Bien por Jorge Drexler y no sólo por el Oscar, sino por su clase y arrestos. Él, que sabe medir tan bien las palabras, dijo las justas durante sus segundos de gloria. Se limitó a cantar su canción y a decir "Chao". Soberbio*.
Pero la noticia que me ha despertado esta mañana ha sido la de la nevada que ha caído en mi ciudad. Los árboles de la placita de delante de mi casa estaban blancos, aunque donde realmente ha cuajado ha sido en la playa. Así que he abandonado mi reclusión por un rato y me he escapado a verla. Había bastante gente, algunos niños haciendo bolas y chillando... Y siento la cursilería, pero, entre una cosa y otra, ando con la sonrisilla puesta toda la mañana y paso de arriesgarme a perderla si me pongo a comentar las noticias del día.
No alcanzo los niveles de la película "Olvídate de mí", pero me aproximo. La nieve de hoy me ha hecho recordar la escena en que Kate Kinslet y Jim Carrey se tumban sobre un lago helado en plena noche. Vale la pena rebuscar en las carteleras y las videotecas para ver este filme. Aunque en algunos momentos resulta un poco paranoico, consigue sacudir la cabeza de cualquiera. Las historias de esas personas que quieren borrar sus recuerdos para dejar de sufrir y volver a empezar de nuevo dan mucho que pensar...
Vi la película el viernes y me permití bromear con la idea de que a más de uno le gustaría borrar el día anterior, al menos sus aspectos "noticiables". Concretamente, a Mas y Maragall.
Curiosamente, por la mañana Duran i Lleida insinuaba que el Estatut lo tiene difícil para ser aprobado... También hay cada vez más personas anunciando que pronto habrá elecciones. A mí la verdad es que ya no me preocupa que las haya. Lo que me duele es pensar que por primera vez en mi vida no sé a quién votaré llegado el momento. Están consiguiendo desmotivar a la población a un ritmo alarmante. Después se les llena la boca hablando de la sociedad civil...
Pues eso, que me alegro de haber superado la tentación y no haber olvidado a "mis" líderes políticos. Todas sus palabritas están apuntadas, por mucho que hayan pretendido "retirarlas".
No pude ver cómo se comportaban como energúmenos en el Parlament porque estaba entrevistando a una emigrante marroquí en su pequeño pisito. Se consideraba muy afortunada. Trabaja, tiene dos niños preciosos y se ha casado con un cordobés que también emigró hace diez años. Precisamente, cuando iba hacia su casa entró en el metro un grupo de trabajadores con unas pegatinas en las que se leía "IAR" y se pedía "no" a los despidos.
Al leer esa palabra me acordé de IZAR y de que no sé en qué quedó la cosa. Admito que estoy perdida. Esas noticias que se alargan como culebrones en la televisión desaparecen un día, de repente, y si te pierdes el final (si lo hay) ya no tienes manera de remontar. Por supuesto, puedes recurrir a la hemeroteca, pero para eso hay que tener la mente fresca y probablemente una nueva catástrofe te la ocupe y te la "caliente" en seguida.
Pregunté al señor que estaba de pie junto a mí qué significa IAR. Me dijo que era una fábrica de electrodomésticos y que antes había sido Phillips y Corberó.
- "Ahora ya no va a ser nada".
Intercambiamos unas sonrisas y le deseé "Suerte". Entonces el hombre de al lado me dijo entre risas:
- Suerte, no, hija. Un milagro vamos a necesitar. Esto no lo arregla nadie ya, pero bueno.
Otro compañero se puso a cantar algo que comenzaba por "Virgencita mía".
Vestían los clásicos anoraks grises que llevan los peones industriales y los emigrantes del Este. Mi padre tiene un par.
Cuando salí al llegar a mi estación me despidieron a lo grande.
Hablaban con acento andaluz. Tenían todos más de cincuenta años. Y ese día estaban de buen humor. No sé qué pensarían al poner esa noche el telediario y escuchar la burla del 3%. Lo que pensaron los vecinos del Carmel es fácil de imaginar.
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