He cogido el camino que lleva hasta el acantilado. Un verde y extraño litigio entre mi corazón y los recuerdos me ha llevado hasta el límite de este saliente rocoso. El verano ha llegado a Suecia y con ello el mundial de fútbol. El planeta vibra detrás de la desazón nacional y este espeso anciano se mece en la bruma. Tengo en mi mano una foto de cabezudos realizada a comienzos del 1900. En el primero por la izquierda de la fila de los que estan sentados estoy yo. Unos ojos vivos y alegres muestran a un joven díscolo con un cierto aire de malicia. Aun recuerdo aquella tarde, después de la foto me transmute en esa imagen y sucumbí al espíritu de mi careta. Pasaron bastantes años hasta encontrar un cierto espacio de tranquilidad y tolerancia. Si te imaginas conmigo, verás una ola verde y cuajada de espuma que rebota con violencia en este acantilado. Es distinta a la playa larga y dulce del Mediterráneo. Es distinta al caramelo ardiente y latino de la tarde en esa orgullosa villa.
Si observas la foto, la hilera apretada y torpe nos muestra las distintas maneras de ver la vida. Desde el prosaico alegre optimista, sentado a dos sitios a mi derecha. Sus ojos se abren tanto a la vida que hace hasta daño su vitalidad. Ni que decir del trío que esta detrás de él, es una gradación de lo patético a la maldad. O la orgullosa dama del fondo superior a la derecha. ¿Anuncia el poder emergente de la mujer?. Y el que esta detrás mío, de cabeza grande, frente astuta y un ojo abierto que nos habla del futuro que nos aguarda. Nos quedan los laterales. El de la gorra: ¿es el estado?. ¿Y los dos animadores?. A veces pienso que su música y entusiasmo hacen que el pueblo fermente días y noches de la mediocre existencia.
He decidido enviarte la foto. La clara y apretada brisa del Mar del Norte me libera. Una ultima pregunta: ¿con cual de ellos te identificas?.
Eix Diari utilitza 'cookies' pròpies i de tercers per oferir-te una millor experiència i servei. Al navegar o utilitzar els nostres serveis, acceptes l'ús que fem.