Vegueria del Penedès

Quijotesco


Magda Bandera

15-03-2005 19:55

Subscriu-te gratuïtament i rebràs cada dissabte el nostre butlletí amb els articles d’opinió i notícies més destacades del nostre diari. Apunta’t ara!

El presidente de Kosovo, Ibrahim Rugova, ha salido ileso del atentado que esta mañana han perpetrado contra su convoy. La bomba, escondida en un contenedor de basura, ha estallado a las 8.20 horas. Desde hace tiempo el peligro de que el conflicto rebrote en Kosovo parece cada vez más inminente. Pero no hay nadie para explicarlo. Tal vez ahora envíen a alguien a Prístina, ya que pasado mañana se cumplirá un año de los incidentes del pasado marzo, cuando murieron 19 personas, hubo centenares de heridos y se destruyeron 730 casas y 29 templos ortodoxos.

He escrito “tal vez”, pero la verdad es que lo dudo. Después de ver anoche el programa “59 segundos” estoy más convencida de que el periodismo de este país está cada vez más enfermo. Periodistas de trincheras peleándose e insultándose sin tregua. No hace falta que debatan los políticos, ya lo hacen sus embajadores mediáticos. En medio de aquel rifirrafe, los hermanos de José Couso y de Ricardo Ortega miraban a uno y otro lado con expresiones en las que se mezclaba escepticismo, indignación, enfado...

El asesinato de estos dos periodistas españoles siguen sin aclararse. Los populares no tuvieron los arrestos de investigarlos ni los están teniendo ahora los socialistas. Mario Ortega dijo anoche que si esos crímenes quedaban impunes, no sólo sufrirán las familias de los asesinados, sino también aquellos corresponsales que quieran ir a informar sobre lo que está sucediendo, para los que la tarea resultará cada vez más insegura y arriesgada.

Javier Couso comparte esa visión y ayer no sólo reivindicó que se investigara la muerte de su hermano y se hiciera justicia, sino que existiese un entorno adecuado para que los periodistas puedan hacer su trabajo. “Yo no quiero que me informe un general”. Esas fueron sus palabras exactas y eso es lo que está pasando en Irak sin que nadie rechiste. Tanto es así, que resulta utópico imaginar que los periódicos de este democrático mundo puedan incluir una pastillita o un consensuado lazo en sus portadas reivindicando el derecho a informar libremente en Irak y en cualquier otra parte del mundo. O han renunciando a ello o ya les va bien incluyendo un misérrimo 3% de lo que allí ocurre.

Pero no sólo es cuestión de arremeter contra los medios, porque los lectores también tienen su parte de responsabilidad. Pueden exigir información veraz, pueden presionar a las redacciones para que escuchen sus demandas, se pueden recoger firmas, qué sé yo. Y voy a parar, porque esto de andar acabando un libro me trastorna siempre y me hace tener alucinaciones. Al menos, eso no está tan mal visto en el año del Quijote. Por ello me atrevo a preguntar si no habré soñado que dentro de unos días unos robots empezarán a disparar sus aspas en Irak. He ido viendo noticias dispersas en blogs, y algún que otro diario gratuitos y de pago. Siempre han sido pequeñas informaciones, al estilo de quien describe las prestaciones de un nuevo coche, nunca grandes reflexiones.

Colapsado mi cerebro, no había escrito nada sobre el tema hasta ahora. Estaba planeando con unos amigos montar una manifestación de robots con el eslogan de “No a la guerra”. Tal vez ellos sean más eficaces y tengan más batería que los que hace dos años andábamos pegando cacerolazos en las calles. Con aquellas ollas podríamos montar ahora algún que otro R2D2 y dejarlo en el balcón de guardia.

Me retiro a mis aposentos, no sin antes reproducir el siguiente párrafo:

“En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como Don Quijote los vió, dijo a su escudero: la ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o poco más desaforados gigantes con quien pienso hacer batalla, y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer: que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra. ¿Qué gigantes? dijo Sancho Panza”.

Por mucho que se haya mitificado este episodio, lo cierto es que poco “talante” tenía Don Quijote el día en que se lanzó a luchar contra los molinos gigantes... Pero nunca me había parado a analizar cada una de las palabras que precedieron su lucha. Ahora entiendo mejor que nunca por qué es un clásico. Si las ponemos en boca de otros resultan tan actuales:

- Con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer
- Que esta es buena guerra
- Y es en gran servicio de Dios

Arxivat a

Mostrar etiquetes Ocultar etiquetes

Temes del dia

Més llegits els últims 7 dies

Eix Diari utilitza 'cookies' pròpies i de tercers per oferir-te una millor experiència i servei. Al navegar o utilitzar els nostres serveis, acceptes l'ús que fem.