He recibido tu carta y tus fotografías. Me han traído grandes recuerdos de la casa donde vivieron mis padres. El pino tendría alrededor de 40 años. Aún me parece tan fresca la tarde que mi padre trajo aquel esqueleto verde y tembloroso que dio vida al jardín.
La rambla Pirelli aun no era esa riera cubierta por cemento y alquitrán que escapa hacia el mar. Aquí en Suecia no seria posible tirar la casa y con ella medio pulmón de este castigado planeta. A mis 89 años y en este autoexilio ya no estoy para enviar cartas o monsergas a los políticos locales. Me he batido el cuero en varias guerras. He recortado las fotos y las he colocado en mi mesita al lado de la cama.
¿Parece que por allí medio país construye sin cesar?. ¿Me dices que los pisos nuevos estan en los 50/70 millones?. No puedo creerme lo que esta ocurriendo. La vieja villa orgullosa y marinera esta sucumbiendo al poder del dinero. He repasado entre mis antiguas fotografías y te envió una de aquella vida ya olvidada. Por cierto, el balcón de la casa era de un tipo único. Mi padre contrato a un ebanista al que se le ocurrió ese entrelazado de madera para romper la monotonía de las casas del paseo Marítimo. Inclusive el color verde de la madera era para llevar la contra también. Menos mal que el chalet Ortol -¿era Ortol?- esta en manos del Ceferino y su proyecto de hotel de cuatro estrellas, sino estaría esa media montaña cubierta de unifamiliares.
De salud estoy bien, tengo un poco de arterioesclerosis y un zumbido en la oreja izquierda que no se va. ¿Vosotros?. Creo que no podré ir para ese homenaje que me preparan. Los meses son largos y el verano sueco esta aun por llegar.
Un saludo
Juan D´A
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