Matando a White

---

Cristina Pérez Capdet

03-04-2009 15:07

White fue un perro de Vilanova traicionado por su dueño. Adoptado en la perrera municipal cuando era un cachorro, esta preciosa mezcla de lobo y husky , blanco como un oso polar, fue primero querido, después relegado a un balcón, más tarde golpeado y, por fin, asesinado a los tres años de edad.

Niguel era uno de esos adoptantes de compasiones efímeras, un personajete legal que iba a querer a White para siempre... o hasta que le ordenaran otra cosa. Y las órdenes, con el tiempo, llegaron de la mano de Moelia, una veinteañera boba que no tardó en quedarse preñada e inventar futuros ataques caninos al bebé todavía por nacer. Así que White, siempre bueno, siempre juguetón y respetuoso con Ibis, la sobrina de nueve años de Moelia, fue relegado a la soledad del balcón del piso que Niguel y Moelia compartían con la madre de ésta, la abuela de Ibis, una viuda que mantenía a la pareja de desempleados y futuros papás.

Cuando el bebé nació, Moelia la boba empezó a patear a White cada vez que éste intentaba salir del balcón. Ibis, aterrada, se lo decía a su mamá, Águeda, hermana de Moelia la boba, cuando ésta iba a recogerla a casa de la abuela. Hasta que por fin, en el pequeño cerebro de Moelia la boba se completó la masoquista fantasía del ataque mortal de la pérfida fiera del balcón al bebé. Y entre morritos, lloriqueos y chantajes convenció a Niguel de que White debía morir. Sin darle otra oportunidad, sin buscarle otra familia, sin siquiera devolverlo a la perrera. La muerte era más cómoda.

Y así fue cómo acabó la vida de White, el perro bueno que cayó en manos de un hombrecillo agusanado, de una mujerzuela caprichosa y de un veterinario mercenario que no dudó en cometer un delito por un puñado de euros. Así también se rompió el corazón de Ibis, a quien un día antes su tía la boba le anunció, burlona, lo que iban a hacer con White. Así empezó la vida de un bebé, marcada sin él saberlo por la muerte de un inocente. Así se hundió todavía más Águeda en la enfermedad que la mantenía desempleada y dependiente de semejante gentuza, sin haber logrado salvar al perro a pesar de sus súplicas, sus esfuerzos y sus llamadas de socorro a defensores de los animales. Así se añadió un dolor más a otros miles, por otro animal por el que los defensores de los animales no pudimos hacer nada, ni tan sólo denunciar a sus asesinos. Porque Águeda nunca quiso hacerlo, o darnos la información para que lo hiciéramos nosotros. Eran su familia.

No voy a ser yo quien juzgue a una persona en esa situación. Cuando se despidió de mí por teléfono, lloraba, y sólo le pedí que salvara al único ser quien todavía podía salvar, su hija Ibis.

Notas:

1- Cualquier parecido de este relato con la realidad NO es mera coincidencia. Los nombres de los protagonistas han sido (ligeramente) cambiados para proteger a los medios que publiquen este artículo. White, sin embargo, se llamaba así, y su nombre no ha sido cambiado porque en algunas culturas se cree que nadie muere del todo mientras se le siga nombrando.

2- Según la Ley de Protección de los Animales de la Generalitat de Catalunya, sacrificar perros o gatos sanos o sin un certificado de peligrosidad firmado por un etólogo, es una infracción muy grave, sancionada con una multa de hasta 20,000 euros para el dueño del animal, y la retirada irrevocable de licencia del veterinario que practique dicho sacrificio. Sin embargo, estos hechos siguen ocurriendo todos los días, en parte porque nadie se toma la molestia o se atreve a denunciarlos.

Cristina Pérez Capdet
Lliga Protectora d´Animals i Plantes de Barcelona

Arxivat a

Mostrar etiquetes Ocultar etiquetes

Temes del dia

Més llegits els últims 7 dies