VIA PÚBLICA
15-03-2021 18:44
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En la calle Inmaculada de La Marina, cerca de la calle Canarias, se está pintando la fachada de unas viviendas. Se ha elegido un color verde azulado. La fachada contigua es de un tono terracota y por el otro lado un color blanquecino… Esa mezcolanza de colores resulta chabacana por lo poco armoniosa.
No es el único caso que se da en La Marina. Casos parecidos suceden a lo largo y ancho del barrio.
Y es que parece que cada fachada está pintada según el gusto del vecino del bloque que más gritó, sin ningún control municipal.
En las calles de La Marina, las fachadas de las casas vistas en perspectiva, semejan cromáticamente a una vomitada, con sus trozos de tomate y de pimiento a medio digerir.
Ante este disparate urbanístico, se entiende que el Ayuntamiento se desentiende de una de sus obligaciones, pues la ciudad, además de ser un lugar habitable, debe de ser también hermosa.
¿Es que el Ayuntamiento no da la licencia de las obras? ¿Si alguien propone pintar alguna de las fachadas de la Plaça de la Vila de algún color estridente, se le daría el permiso municipal?
La Marina, a pesar de sus muchas deficiencias, es un barrio a dos pasos del mar y por lo tanto marítimo y mediterráneo, aunque hoy no lo parezca, ni de lejos y el Ayuntamiento debería poner razonablemente orden en la gama de colores a emplear en las fachadas, así como el de los detalles y sobre los colores de los toldos. Con ello colaboraría en la mejora del barrio y en su autoestima.
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