DIARI INDEPENDENT DEL GRAN PENEDÈS

Mujeres en la Army


Magda Bandera

03-11-2005 14:02

Me dice la escritora Carmen Domingo que estoy muy "relajada" con el tema del Estatut, que no escribo nada al respecto. No es del todo cierto, ayer me pidieron una pequeña colaboración sobre el tema para la renovada Ona Catalana. Pero sí es verdad que sigo con la política que me recomendó Boris Matijas, "ignorarles" cuanto sea posible*. Y él de eso entiende un rato. Además, ya existen muchísimos otros foros para hablar y comentar el Estatut y la estrategia antiestatut. Y mientras hablamos de lo que casi nadie se ha leído están pasando muchas otras cosas (abro una nueva anotación titulada "contraprogramación" para que propongáis o recordéis temas que no se están tratando estos días).

De momento, "contraprogramo" con el artículo que he escrito para el suplemento de "Libros" de hoy de El Periódicosobre el libro de Kayla Williams, la sargento estadounidense que explica su experiencia en la invasión de Irak en "Quiero a mi fusil más que a ti". Precisamente, "invasión" es la palabra que utiliza para hablar de esta operación militar. También utiliza el vocablo "ocupación".

* (Una vez más recomiendo leer un post de Boris. Concretamente, el del 24 de octubre. En él habla de su descubrimiento y experiencia del exilio).

“Quiero a mi fusil más que a ti” es el título del único libro escrito hasta el momento por una mujer soldado destinada en Irak. El testimonio de la sargento Kayla Williams (Ohio, 1976), actualmente en la reserva, resulta sorprendente por la claridad con que retrata la vida cotidiana de las mujeres en la Army, donde representan el 15%. Las soldados estadounidenses no sólo se enfrentan al “enemigo” sino también a sus compañeros: “Puta o zorra. Si eres mujer y soldado, esas son tus opciones”, escribe.


Esta estadounidense de clase media-baja aficionada a los libros de Noam Chomsky se muestra igual de contundente a lo largo de todo su relato. Intérprete de árabe para los servicios de inteligencia norteamericanos, aprendió esta lengua cuando se hizo novia de un palestino que le enseñó a amar la cultura árabe: “Nunca pensé que sentiría lo que siento, ni por esos tipos, ni por esta guerra, ni siquiera por mi país. Era una chica punk, una rebelde, y ahora soy parte de la institución más autoritaria del mundo”.

MUJERES EN EL EJÉRCITO
Las mujeres soldados están acostumbradas a que sus compañeros les pidan felaciones para aliviar la tensión. Casi todas ellas tienen apelativos de tipo sexual. Kayla solía ser llamada por el nombre de “Tetas”. Un día hicieron una subasta en la que reunieron dinero para que les enseñara “las malditas tetas de una vez”. Este tipo de incidentes son constantes en el Ejército. Rechazar a algunos de sus compañeros le valió ser el blanco de difamaciones y todo tipo de rumores.

La autora constató que la supuesta “Igualdad de oportunidades” (EO) promovida por el ejército es falsa cuando sufrió tocamientos por parte de un compañero. “Las chicas que presentaban quejas EO no eran bien tratadas. Aunque la cadena de mando animara a las mujeres a informar sobre los acosos sexuales (a dar la cara), en realidad eran desalentadas (...). Aún se supone que las chicas mienten en casos de acoso para conseguir sus metas: avanzar en sus carreras o castigar a alguien que les desagrada”.

TORTURAS
Abu Ghraib se ha convertido en el símbolo de las torturas que el ejército estadounidense inflingió a los presos iraquíes, pero ni de lejos fue el único caso. La propia Williams vio cómo algunos de sus compañeros “cruzaban la línea” y violaban la Convención de Ginebra en varias ocasiones. Ella nunca les acusó y por eso se pregunta cuánto tiene de “moralmente culpable”.

Un día un oficial le pidió que les ayudara en un interrogatorio: “Haremos que el tipo entre solo, le quitaremos la ropa, le ataremos y le quitaremos la venda de los ojos. Entonces queremos que digas cosas para humillarlo”.Cuando cree estar lista para burlarse de aquel “hombre lloroso y desnudo”, solo acierta a preguntarle: “¿Tú crees que puedes satisfacer a una mujer con eso?”.

Poco después, los soldados apagan colillas sobre el cuerpo del detenido. Cuando Williams les dice que es ilegal, le contestan: “Sí, pero son criminales”. Ella contestó que no todos lo eran y que “si uno de los que entra aquí no es un terrorista, saldrá siéndolo”. El interrogador se limitó a decirle que “ya lo sabía”.

SENSACIÓN DE PODER
Durante otro interrogatorio Williams se sorprendió al descubrir que disfrutaba ejerciendo su poder sobre el detenido. “Empecé a llamar a aquel mamón todos y cada uno de los insultos que sabía. Gritar a aquel individuo me sentaba perversamente bien, porque estaba haciendo algo prohibido”.

Williams concluye que aquel placer proviene de la impotencia: “No podíamos cambiar lo que habíamos hecho, no podíamos volver a casa, no podíamos tomar decisiones sobre nuestras vidas mientras estábamos desplegados. Y entonces nos encontrábamos con que teníamos el control total de otra persona. Y de repente podíamos hacerle cualquier maldita cosa que se nos ocurriera”.

PARANOIA
Cuando la situación empeoró para el Ejército americano en otoño del 2003 recibieron nuevas órdenes: “Si ve un individuo a un lado de la carretera con un teléfono móvil, apúntele con su arma. Y si no deja el teléfono, dispárele”. Williams cree que es imposible establecer buenas relaciones con los civiles tratándoles así, pero siente que no puede resolver el dilema. “Tienes que decidir en un segundo si dejas que se acerque o no, si le ordenas que se detenga y te hable de lejos o si le disparas. Tienes que juzgar cada coche que pasa para saber si va a atentar contra tu vida. Tienes que enjuiciar a todos. Inmediatamente. Siempre”.

EXPORTAR DEMOCRACIA
“Siento vergüenza cuando veo que los iraquíes votan mucho más que nosotros. Creo que votar es más una obligación que un derecho y no entiendo por qué mis compatriota no lo hacen. No sé si es que son perezosos o si creen que su voto no sirve para nada”, responde Williams cuando se le pregunta por su concepto de democracia. Esta militar asegura que se le hacía muy embarazoso intentar convencer a los iraquíes de que su vida mejoraría cuando viviesen en una democracia al pensar cómo funciona la de su país. Pese a todo, valora positivamente su libertad de expresión: “Puedo ir a la televisión pública y decir que me siento traicionada por George Bush”, añade. “Con Sadam los iraquíes no podían hacer algo así, ahora sí pueden”.


ENTREVISTA
- En su libro denuncia las vejaciones que sufren las mujeres dentro del Ejército.
- Sí. He sido muy sincera y muchas soldados me han dado las gracias. También me han explicado que en la I Guerra del Golfo ya las trataban de ese modo. Mis colegas hombres también se han visto reflejados y admiten que se comportan así.

- Sus superiores mujeres también merecen sus críticas.
- Lo cierto es que he tenido muy mala suerte. Me preocupa que gente tan incompetente pueda progresar en el ejército. Ocurre en todos los ámbitos, pero en el nuestro es mucho peor, porque hay gente que muere.

- Asegura que le costó mucho volver a vivir como una civil en su país, al que califica de “muy raro”.
- Realmente lo es, la gente es muy hipócrita y egoísta. Mi marido y yo estamos planteándonos criar a nuestros hijos fuera de Estados Unidos. Si eres crítica te acusan de antipatriota. La sociedad es muy puritana, se escandaliza con el sexo, pero no con la violencia.

- ¿Y por qué se alistó?
- Porque quería estudiar y la Universidad es demasiado cara. También quería probarme a mí misma y el Ejército es un buen lugar para aprender a conocerse.

- ¿Y ha decidido que quiere dedicarse a la política?
Alguna vez me lo han dicho y lo he pensado, pero creo que no valdría para ello. Me gusta demasiado decir la verdad.

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