20-09-2006 Última revisió: 22-06-2013 0:29
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La mirada del europeo que llego a América en el siglo XIX, ha quedado reflejada en miles de crónicas de la epoca. Mi bisabuelo Antonio llego por primera vez a Argentina en el año 1884. Tenía 21 años. La cosmopolita Buenos Aires con un 80% de extranjeros descifró para él, un reino caótico y vulgar de país joven. Inexperto e indeciso durmió en una pensión propiedad de una española. La habitación estaba en una calle desde la cual se podía ver el Riachuelo. Su olor nauseabundo en pleno calor de verano, entraba por el descosido ventanal e impregnaba hasta las sabanas. Aquel tinte invisible trepaba por aquí o allá hasta provocarle un agudo dolor de cabeza. No aguanto mucho, pasados unos días, se monto en un tren que atravesó 600Km en línea recta por la Pampa. El ferrocarril le dejo en un pueblo del interior adusto y frío. Un primo suyo le fue a recoger a la estación en un sulky* de su propiedad. Entre estos dos hombres -en dialecto piamontés- una pregunta concisa se abrió paso:
_¿Que quieres hacer?. Él pronunció un lento y dulce nombre:
_Quiero ver la Pampa.
Entre ambos subieron su bolso y treparon en la ágil jardinera. Un camino estrecho, de tierra y fino polvo les atraía al corazón de América. A su paso, a los lados del sendero, el trigo se alisaba con una suave brisa, mientras el sol del final del verano, partía el suelo como una sandia jugosa y fresca. Entre los dos, había un silencio mezclado con los recuerdos de Vinovo. Aquella tierra lejana, marcaba el tiempo y el juego del destino. De repente su primo detuvo el sulky y se bajo de él. Comenzó a caminar hasta el linde del sendero. Tres hilos de alambre delimitaban la propiedad. Hizo un gesto y mi abuelo le siguió. La sonrisa del otro mostraba su orgullo aventurero:
_¡Estas 10.000 hectáreas son mías! –la frase suena astuta y ambiciosa. Mi abuelo aparta el alambre y camina entre los pliegues del trigo exhausto. Una superficie plana se une al horizonte hasta el desmayo del planeta. Se agacha y coge un puñado de la planta por su base tirando de ella hacia arriba. La tierra reseca y celosa deja escapar su dorada semilla. La observa, desmenuza el tesoro. Un brillo de miel se esparce en su mano. Mi abuelo se gira hasta su primo. Entre ambos, la sangre bate descontrolada desde hace varias generaciones y reafirma un sentimiento que anula las palabras.
En su vida americana, mi abuelo se casaría con una bella mujer, ella falleció en el parto y el decidió regresar a Italia. Pero el destino juega sus cartas y pasados unos años regresaría nuevamente con su nueva esposa y tres hijos, a los que añadiría tres retoños más. Luego traería a sus tres hermanas mayores y su padre de 75 años. Luego, la fresca sandia se abriría contagiando de bellos estímulos a la nueva América. Sus restos están dentro de una urna y cabalgan en una ola que aún estremece la Pampa.
Los dos hombres regresaron sobre sus pasos y una pregunta del recién llegado saldo la deuda:
_Dime primo: ¿a partir de dónde están los indios? Su pariente juntando ceja y ceja, escondiendo su sonrisa le responde:
_En el cielo.
Carro ligero para dos personas tirado por un caballo. A one-horse chaise or carriage, capable of holding but one person. http://www.fromoldbooks.org/Grose-VulgarTongue/s/sulky.html
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