Ayer por la noche fuimos cuatro amigos a cenar. De vuelta a casa, en el coche, pusimos el programa de Prohibit als pares (PAP), de Ràdio Flaix Back. Nos indignamos al escuchar a Joklin, un chico que llamaba porque su novia se había liado con otro, Ivan. Tras oír su testimonio, los productores del programa llamaron a Ivan en directo:
-¿Hola? ¿Ivan? Te llamamos de Prohibit als pares, ¿cómo estás? Mira, aquí está Joklin, que quiere hablar contigo.
Entonces el tal Joklin empezó a insultarle y le amenazó con darle una paliza. A Eli, la locutora, lo único que se le ocurrió decir fue:
- Perdona, pero aquí la chica también tendrá algo que decir, ¿no? Porque la que se ha abierto de piernas es ella (palabras textuales traducidas del catalán).
Para caldear más el ambiente, el otro locutor preguntó a Joklin si llamaban a la chica para que así pudieran hablar los tres en directo. Por suerte, ella no cogió el teléfono. La cosa quedó en que Joklin citó a Ivan para pegarse al salir de clase.
Entonces el locutor dijo:
- Pero si ya se han acabado las clases, ¿cómo vais a quedar?
Joklin dijo que era posible, porque coinicidían por las tardes en no sé qué actividad. El locutor echó más leña al fuego al decir:
- ¿Así que sois amigos? ¡Madre mía!!!
Y así acabó la conversación, con un nos vemos y ya verás.
Sin dudarlo, llamé al programa para expresar mi indignación. Para que me escogieran para salir por antena, dije que lo hacía para contestar a otro oyente, un chico llamado Toni que había llamado antes buscando pareja. Unos minutos después nos llamaron a Toni y a mí para que habláramos entre nosotros en antena. Una vez en directo, aproveché para decir que me parece fatal que en un programa se permita que la gente haga amenazas públicamente y que se utilice el espacio para que dos personas se citen para darse una paliza.
Este hecho es especialmente preocupante si se tiene en cuenta que profesores y alumnos trabajan conjuntamente para solucionar los problemas de violencia a través de la mediación.
Llegados a ese punto, los dos locutores se mostraron ofendidos y no me dejaron seguir explicándome. Empezaron a justificarse diciendo que ellos no estaban en ese programa para evitar peleas. También argumentaron que no van de moralistas, sino a favor de la libertad de expresión. Asimismo, agregaron que en alguna ocasión sí que habían dicho que la violencia no es la solución a los problemas.
Intenté continuar hablando, a pesar de que ellos me pisaban todo el tiempo. Quería exponer mi punto de vista y formular una crítica constructiva. Deseaba hacerles entender que ellos tienen mucha repercusión y que, aunque probablemente no pueden solucionar la vida de nadie, tampoco deben liarla más. Por eso les sugería cortar las llamadas cuando hubiera amenazas. A esto me respondieron que ellos no abren los micrófonos para que la gente valore cómo es o cómo deja de ser el programa en sí. Acto seguido, me dijeron que a mí sí que me iban a cortar.
Yo, serena e irónica, les pregunté:
- ¿A mí me vais a cortar por estar a favor del diálogo y de la no violencia y a esta gente la escucháis y les hacéis llamaditas en directo? ¡Adelante pues!
Entonces me volvieron a decir que ellos también están a favor del diálogo, pero que la vida es así, y que era normal que Joklin estuviera muy enfafado porque un amigo le había quitado la novia. Por eso, le cortaran o no la llamada, ellos no iban a evitar que los dos muchachos se pegaran. Y me volvieron a decir que me iban a cortar la llamada. Yo les contesté que muy bien y finalmente fui yo la que colgó. Si a una la echan de un sitio, se va y punto.
Mientras, Toni seguía en línea esperando para hablar conmigo. Finalmente, habló él y dijo que no estaba de acuerdo conmigo porque recordaba que una vez los presentadores sí intervinieron para apaciguar a dos oyentes que se habían dicho de todo. Aquel día sí dijeron que la violencia no era la solución (¡a qué punto debieron de llegar!). Pero Toni también reconoció que en esta ocasión no habían dicho nada para que Joklin no se peleara y meditara un poco.
Indignado, un amigo mío llamó minutos más tarde. Martí, como todos los oyentes de esa noche, explicó un chiste. Seguidamente, dijo que estaba completamente de acuerdo con mi llamada y añadió que entendía que los presentadores no podían evitar la violencia en todo el mundo, pero sí en su programa. En cuanto acabó esta última aportación, le dijeron:
- Te vamos a cortar la conexión.
Él contestó:
- ¿A mí también? Pues muy bien, cortadme a mí también por decir esto.
Y así fue. Le cortaron y se quedaron tan frescos. Ni un comentario ni nada. Siguiente llamada...
En este programa costean el teléfono a una persona para que anuncie a otra que le va a dar una paliza. Eso es, sencillamente, morbo y falta de ética. Y no olvidemos que hay más, también proponen llamar a la chica. ¡Perfecto! Así aprovechamos y la dejamos por lo peor (se ha abierto de piernas). Que cóctel más genial para aprovechar los problemas de los demás y reirnos todos. ¿O acaso se creen que en una llamada de cuatro minutos escasos están dando tiempo a que se arregle algo? Morbo y más morbo a costa de personas reales -muchos de ellos menores de edad- con problemas reales y hormonas encendidas. Más leña al fuego.
Es mentira eso de que el programa lo único que hace es escuchar a los oyentes que llaman. En primer lugar, a mí no me escucharon, yo no les interesaba. En segundo, porque ellos incitan a llamar a los implicados, por sorpresa, organizan en minutos un marrón monumental a tres bandas y luego se despiden de ellos, muy enrolladamente, por supuesto. ¿Por qué hacen de mediadores de follones y se lavan las manos después justificándose con un la vida es así?
Para acabar, no nos engañemos. Este tipo de programas tiene mucha audiencia. Sí la tienen, por desgracia, pero también hay mucha gente que los rechaza. Lo malo es que cuando intentamos expresarnos no nos dejan. Nuestros sms nunca aparecen en los programas de TV y en radio nos cortan las llamadas
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