Vegueria del Penedès

VIOLÈNCIA MASCLISTA

Contra la violencia machista, perder el miedo


Raquel Molina Vilanova i la Geltrú

20-01-2014 13:10

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Lacra. (según la RAE) Vicio físico o moral que marca a quien lo tiene. Secuela o señal de una enfermedad o achaque. En cuanto a violencia de género se refiere estamos “tarados” y enfermos como sociedad. Unos dicen que los enfermos son los hombres que asesinan a sus mujeres, otros que qué pasa con los hombres que son maltratados por ellas, otros promocionan sus productos exponiendo a mujeres semidesnudas en paradas de metro, vallas publicitarias, utilizándonos como objeto de puro e indigno márqueting -porque todo justifica el ser competitivos-; mujer dócil, hombre viril, mujer que recibe, hombre que da; nos reímos de bromas machistas -muchos hombres y algunas mujeres-; pasarelas de esqueletos vivientes -semivestidas, claro-; falacias como decir que quien denuncia lo hace para conseguir la custodia de sus hijos; éstas y otras fechorías que produce y reproduce hasta la saciedad la sociedad en la que estamos inmersos, la que decide que “mujeres -ancianos y niños- primero!” para salvarlos, con la trampa de ser, realmente, convertidos en seres objeto de protección y no seres objeto de Derechos.

Cuando se convierte a la mujer -o a cualquier ser- únicamente en un objeto de protección le quitamos poder para decidir. Y, ¿quién decide por ella? El hombre que se cree con poder para decidir sobre ella; el hombre, en definitiva, machista. Ya la RAE describe “hombre” como Individuo que tiene las cualidades consideradas varoniles por excelencia, como el valor y la firmeza. Me refiero al hombre machista que legisla, al que gobierna, el que decide por nosotras; también al hombre machista que yace dentro de algunas mujeres; pero me refiero, en definitiva, al hombre machista con poder, con poder para gobernar un país o con poder porque dice ostentarlo por la gracia de Dios. La violencia machista –en sentido amplio- se construye por esos poderes y pasa a ser parte del pensamiento del pueblo, integrándose en nuestra cultura, esa que luego se traslada a los hogares donde algunas mujeres sufren la ofensa y la vejación.

El miedo nos impide que las cosas cambien, nos deja petrificados pero felices…porque “nos quieren”. Igual que la mujer que en su hogar recibe la humillación y la caricia una y otra vez, confundiéndola mientras sigue pasando el tiempo sin adoptar a penas una decisión que le permita ser feliz.

Dos convecinas nuestras han fallecido en nuestra ciudad, mujeres de nuestro pueblo, en menos de dos semanas… Dijo Saramago que la alternativa al neoliberalismo se llama conciencia, la que nos permite ver que podemos ser dueños de nuestras vidas, y que cualquier opresión contra el ser humano se puede combatir y cambiar. La alternativa a la violencia machista también se llama conciencia, la conciencia de género, la que nos permite ver que siguen existiendo en nuestra sociedad comportamientos humillantes hacia la mujer, comportamientos que, en definitiva, la privan de ser dueña de su propia vida
 

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