como córdax, del espejo

final mente (el desahucio de mi razón, entendimiento)... y desnudo me levanto pero sin despertar a nadie y a nada. y la cerveza puede esperar mil años! mil años las sombras de este espejo: hombres y esclavos, mujeres, niños y niñas... procesión rumbosa y pompas fúnebres! y me levanto y los dejo ahí sentados (o me dejan ellos de pié)
esta noche la oscuridad ronda suelta y sin nombre... oscura oscuridad! cortina rasgada de hermosa hermosura! de intensidad clara... y fría... pero digna soledad. en esta noche insol ente (sin rostro ni talento), la ciudad huele a leche fermentada: humedad borracha y rota! olor podrido y muerto!
y me levanto furioso! y me corro a la calle corriendo. ya no puedo seguir res-(vacío,nada)-pirando! no puede mi hocico contemplar tanta insinceridad! tanto ropaje vacío en esta mesa sentado! sinceridad insensible! pasatiempos divertidos, palabras y apuestats sordas, bajo el cielo negro que todo lococubre! sentados o en su mundo de pié... expuestos al derrame cerebral sin mirar para adentro... el olvido engulle su triste figura y los arroja inciertos, a las aspas del molino
pero me levanto: escapo presto y poseído...
y la tristeza embarga mis sentidos... sufro espasmos de inviudez (de estar solo pero conmigo)... alargo la cola por entre las mesas, y desalojo el evento no sin demasiada timidez
sudando la tranquilidad buscada, bailan mis pasos por esta mi ciudad. ciudad llagada de prisas! ciudad podrida y de sucias risas: una enorme placenta etílica entretejida por falsas y asquerosas brisas! ando por las calles y de repente, un olor agradable me penetra... y dejo atrás cloacas abiertas, ríos subterráneos de orines y orinal... con dones (algún furullo dotado), fetos y heces de miel! huele a mierda en el profundo pozo de la espiritualidad urbana! y ese sabor amrgo me corresponderrompe, me despierta el placer de la historia... me habla con la misma voz de mi voz (una voz de ébano bajando por la calle empedrada)... el olor a escarabajo pisado... escombros, calavera y rocío...
a veces... me siento amo rosamente pobre, (pero dulcedueño de mi mundo interno!). me siento enfermo de riquezas, (pero locamente sumido a delirios y flaquezas!). y ese olor nauseabundo y sartriano, es un si es no es de efluvios calientes y rumiantes... un vómito familiar y ténue que me acerca, lento pero viene, a la playa insolente de mi cloaca interior. y en ese pozo de heces mías, me sorprendo horrible y de voraces fauces, alargo el brazo y escupo sangre.
pruahha! eccxçss! escupo sangre... alargo el brazo... y se desliza la llave por el agujero abierto del cerrojo. se abre la puerta de mi casa. entro descalzo en su interior... y cuando cruzo -traspaso- el dulce, lindo lindar del pasillo, un transparente hálito de luz descorre las delirantes cortinas!
a menudo... cuando mis huesos de viejo misántropo se desvanecen y entre escombros, parece perecer el cuerpo... cuando sentado, lastimado y roto me siento comensal de mi propio vómito... es a veces cuando un ser descomunal y subterráneo, se acumula ipso facto en el cuello del esófago... se desliza lombriz y caliente por el cerrojo que es mi boca ardiente... abre las puertas y los labios como diáfanas cortinas... y salta descalzo, desnudo, y transparente... y salta fuera de su cara huesuda buscando el regocijo de la luz...
cuelgo el abrigo que abriga ( mi mismapiel!) en la madera del armario (ataúd sencillo para la cárcel de los sentidos!)... y con él, cuelgo toda aflicción de ser visible, de ser sombra entre las sombras!... y a su lado, cuelga una máscara carnavalesca! una cara dividida entre la sombra del payaso, y los escenarios de la vida: el disfraz del hombre indivisible! pero tras la máscara... al otro lado del ciprés... del cerrojo y de la boca abierta... habita desarraigado de cárcel y burdel para el estancamiento: el alma invisible!
el silencio la soledad, amantes del vacío, conciencia de unidad en mi casa galería. el abrigo yace colgado en el aparador de los sueños... protegido y sumiso de mi mismo, sereno, tranquilo... abriré despa-
cio y lento el grifo de las aguas: que el efluvio llene pro comleto la bañera! quiero pegarme un baño, un chapuzón hacia las entrañas del blanco y frío vientre... cámara de muerto! yo te recuerdo blanca y virgen! vestido de piel, me sumerjo... azul y cristalino, me ilumina el mundo interno. doy rienda suelta a la obscenidad de mi despertar, el verme ciego cegado por tanta luz!
llevo largo rato y tendido, nadando en esta piscina... y escondido, disimulando bajo el jabón blanco de oleaje incierto, escarbo brutalmente mi orificio... y devoro locuaz las misérias de mi mísera condición humana... y me contemplo en un templo invertido y doble, una bals bocarriba y bocabajo. y asomo el lomo de mis carnes en el espejo del agua y veo, enloquecido, un gusano al otro lado del blanquiazul espejo... lombriz que me miras con mis mismos ojos y mismos rostros de desesperación! sus ojos son los míos! su piel... su barriga... su cara... y su desnudez la mía!
un gusano de olor y negro intenso paseando por el suelo esmalte de la bañera... sus patas húmedas y articuladas, se desplazan de un modo singularmente rítmico... su cuerpo avanza torpe y mecánico. el gusano escarba en el agua, va dibujando pequeñas formas circulares con sus torpes pasos... cada vez las vueltas redondas se hacen más grandes, para después recorrer el terreno pisado de una manera calmosa... construyendo circulitos, en su interior de cristal...
feliz mente, me sorprende la capacidad perfecta que tiene la bestia, para andar una y otra vez, por el mismo punto en el que inició la vuelta anterior: siempre existe algún epicentro que corresponde exactamente al suelo hundido en el trazado precedente... repite una y otra vez un punto concreto y luego, vuelve y revuelve a pisar encima...
me abandonó el alma en esta habitación cerrada... se acumuló el deseo de escapar en el cuello abierto de la boca... y ahora, desnudo y mojado bajo el agua... por el otro lado del espejo acuático... veo unos ojos que son los míos, una cara que es la mía: me reconozco arrastrado por un cuerpo de vieja lombriz... y es entonces, cuando el fétido engendro vestido de negro pizarra y patitas pincel, en una ráfaga giratoria de alta velocidad... empieza a elevarse unos pocos centímetros del suelo voltereteando sobre sí mismo... como escupido por el aire, el gusano describe un cerco aéreo dentro de una botella, en el interior de una espiral geocéntrica... y en ese pozo redondo y largo, la formación de un remolino racheado de viento, empuja el cuerpo hacia arriba irrumpiendo en el techo... empuja el cuerpo hacia arriba... y lo sostiene en un vertiginoso mareo sobre la nuve caliente de la espiral, que gira y gira... empuja el cuerpo hacia arriba, y ante mis ojos que son sus ojos y los suyos los míos propios, la cadena ondulatoria se rompe para estallar finalmente... en la suspensión visual de un átomo transparente...
escojo los ojos que me miran...
planetas negros de orillas dulces...
cristal redondo... y bolsas
como balsas de nube...
se rompe... y se rompe... y se rompe... para estallar finalmente y desaparecer de mi realidad bañada y triste... de mi realidad escondida para con las sombras... realidad surcando la luz... realidad desnuda de piel para adentro...

Marc Calvet