Supernova.es SSRC 0 - Bar Mari 4

A causa tal vez de algún fatal designio de insondable procedencia, los partidos de despedida u homenaje, sea cual sea el rival y las circunstancias que concurran, irremediablemente se saldan con derrota supernovesca. Esta máxima, pronunciada entre libaciones nocturnas, adquirió hace tiempo la categoría de norma, y, en la cena de despedida del Hechicero, no pasó desapercibida para los comensales, como tampoco había pasado desapercibida para Bar Mari que, apenas unas horas antes, la había ejecutado irreprochablemente. Puestos a hacer de la efeméride un acto público y multitudinario, tampoco faltó la fauna noctámbula y pintoresca que habitualmente pulula por Sitges. Todos quisieron estar presentes en la despedida de este gran defensor, marcador implacable e indiscutible rey del trampantojo que es Aldo Sepúlveda, nuestro Hechicero de Concepción.

Esperanzador arranque de partido para el equipo local que vio como el público, que no abarrotaba las gradas, vitoreaba con fervor las entusiastas acometidas supernovescas. Destaca en esta faceta el guaje Simón, cuyas aproximaciones al área a punto estarán de costar un gol a los Hosteleros de María. Serán el poste y el portero rival respectivamente quienes aborten finalmente las ocasiones propiciadas por el Guaje, cuyo secreto en forma de ungüento pruriginoso desvelará el cronista a su debido momento. El Zorro del Nervión, cuyo insultante dominio del juego aéreo durante todo el partido no fue adecuadamente aprovechado, también pudo marcar al rematar desviado un rechace del portero. Lo mismo ocurrió con un cabezazo de Chaca repelido por el poste cuando ya se cantaba el gol. Nada hacía pensar que ocurriría lo que desgraciadamente ocurrió. Jugada de contraataque de los Hosteleros que se adelantarán en el marcador al rematar en el área pequeña un rechace tras una gran parada del mítico Rorro Leiva; 0-1. Supernova acusará el gol en su ánimo y en su juego, y los minutos finales del primer tiempo tal vez estén anticipando de algún modo lo que sucederá en la segunda parte.

Los locales arrancan el segundo tiempo en pos del empate con el empuje que caracteriza a este equipo de ánimo irreductible. Todo hace pensar que éste llegará de un momento a otro, especialmente cuando una combinación entre la Serpiente Emplumada y el Zurdo de Oro es rematada por este último contra el ángulo superior izquierdo de uno de los varios enrejados que protegen una serie de ventanales de estratégica ubicación. De nuevo Cesc estuvo a punto de empatar, pero esta vez fue el portero de Bar Mari quien detuvo en una gran parada el remate cruzado del Zurdo de Oro. Otro cabezazo de Chaca y un penalti no señalado al Guaje ponen fin al repertorio de oportunidades supernovescas. Poco después llega la sensacional jugada que dará pie al segundo gol de Bar Mari cuyos efectos demoledores sobre el equipo local no desaparecerán hasta que, varias horas después, un vino de ignota procedencia haga acto de presencia en el transcurso de la cena homenaje. Pero antes de que lleguemos a ese punto habrá que pasar por el duro trance que fue el final de un partido que acabó en la ya conocida goleada. Puestos a comentar trances, el cronista no quiere dejar de hacer mención a esa extraña pócima que, en forma de gel, emplea el Guaje en la intimidad del vestuario. Se trata de un líquido viscoso de supuestas propiedades higiénicas que, aplicado sobre la piel, provoca un inmediato efecto urticante similar al de la guindilla, nada recomendable para pieles cuya sensibilidad no alcance o supere la condición del vacuno.

No estaría completa la crónica sin hacer una breve referencia a la cena homenaje con la que el equipo despidió al Hechicero. Magnífico acto adecuadamente aderezado con toda clase de licores que, además de los habituales, contó con la presencia de un estrafalario personaje de casaca estilo "Sargent Pepper's Lonely Hearts Club Band" cuyas apariciones y desapariciones a lo largo de la noche no dejaron de sorprender al Argonauta. Un moreno bailongo con trazas de MC Hammer chapucero, la Candidata, mujer de belleza mareante, y algún que otro noctámbulo merodeador de la noche del que el cronista no puede acordarse, no dejaron de faltar al merecido homenaje. No hay nada más que contar. El cronista concluye deseando al Hechicero y su familia la mejor de las suertes en su nueva etapa. En el vestuario será imborrable la huella que deje el número 3, Aldiño.