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Mercaderes en el Templo

Bitácora sobre activismo, desinformación y literatura

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Quiero seguir siendo respetuosa con Juan Pablo II, aunque me parezca que ha sido, básicamente, un irresponsable en temas esenciales, por decirlo con suavidad. Ya se ha hablado bastante sobre esos aspectos en comentarios a anotaciones anteriores, así que no me extenderé. No pensaba volver a tocar el tema, pero la saturación empieza a ser peligrosa para la salud mental de algunos, entre los que me encuentro.

Y es que resulta increíble ver cómo Tele5 emite videos de aficionados que grabaron al Papa cantando, bailando, sonriendo, en plan tsunami global. O a TVE alardeando de haber grabado a pie de calle, camuflado entre el gentío, el ambiente que se respira entre las colas...

Pero lo peor de todo –para mi sensibilidad- es la reiterada e insoportable frase, formulada de todos los modos posibles: “Jamás se ha visto tal concentración de líderes mundiales...” “La presencia de líderes mundiales es impresionante...” Y dale... Y ese poder de convocatoria se utiliza como argumento para que todo el universo manifieste su admiración por Juan Pablo II. No es para menos, ha conseguido que ¡¡un presidente de los Estados Unidos se arrodille en el Vaticano!!

Lo siento, pero a mí me da no sé qué ver a Àngels Barceló -tan agotada que se le han escapado al menos dos palabras en catalán que rápidamente ha corregido- explicar, como si se tratara de un pequeño Watergate, que algunos de esos supercalifragisticos líderes mundiales tropiezan con los humildes mortales en las calles. Y como ejemplo, John Kerry y Yuschenko. Ambos caminaban hoy tranquilamente por Roma. Junto al presidente ucraniano, varios guardaespaldas enfurruñados con unas armas que no reconozco, pero que intuyo son potentísimas y, sobre todo, están muy a la vista.

Dicen en el mismo telediario que aparte de AWACS voladores y etc etc... habrá francotiradores vigilando la plaza del Vaticando, donde, eso sí, no se permitirán las armas... Lorenzo Milá, muy elegante, en la línea.

Y ante tanto despliegue de líderes y bla bla bla recuerdo las palabras de Enrique de Castro, el cura de Entrevías, esta mañana en “Ruedo Ibérico”. Montserrat Domínguez le entrevistaba junto a Rafael Ramonet, miembro del Opus Dei. Las diferencias entre ambos eran notables y fáciles de imaginar. Por ello me limitaré a reproducir una reflexión de Enrique. El cura que predica con el ejemplo en Entrevías –recomiendo acudir a su parroquia algún domingo a eso de las dos- ha recordado el pasaje en que Jesús llegó al templo y lo encontró lleno de mercaderes usureros y expresó su irritación al ver cómo lo habían convertido en una “cueva de asaltadores”. Decía Enrique que si Jesús hubiese estado estos días en el templo su reacción sería incluso peor.

Hace un rato también oía al corresponsal de TVE en Roma comentar cuán emotivo era el testamento del Papa y, como ejemplo, citaba la frase “Velad, porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor”. A mí la verdad me suena amenazadora. Y poco educativa (enlazando con el post anterior). Pórtate bien o te las cargas.

En fin, que la programación sigue y sigue y sigue y quejarse por ello te convierte en sospechoso de no sé qué. Desde luego, y como explicaba alguien más abajo en un comentario, hay espacio para todos, creyentes, agnósticos y ateos en este mundo. Pero en esta ocasión el espectáculo está resultando excesivo.

Y lo cierto es que la religión aún se nos impone en más ocasiones de las que parece. En mi ciudad, por ejemplo, hay que ir a parir al pueblo de al lado, a un hospital gestionado por una entidad religiosa en cuyas habitaciones hay crucifijos (no sé si en todas, pero en las últimas que he visitado allí estaba, bien centrado en la pared).

Supongo que a un creyente le parecerá que un crucifijo es algo inofensivo, pero a mí esa imagen del dolor no me parece la más apropiada –es mi opinión, insisto- para presidir la habitación de un recién nacido. Y ya que pago impuestos como toda hija de vecina me gustaría tener un hospital laico a mano donde parir si acabo decidiéndome a hacerlo. Entre otros, porque se me escapará más de un taco y ese era uno de los tres pecados fijos que debía confesar cada domingo cuando era niña y asistía regularmente a misa.

Ello también me recuerda otros episodios recientes. Dejando a un lado las carencias “ecuménicas” de los actos relacionados con el 11-M, comentaré un violento episodio que viví en el tanatorio de Alcalá de Henares poco después de los atentados. Uno de los familiares de los fallecidos se acercó a recepción para pedir que en su sala, donde estaban velando a su pariente, no se oyeran los altavoces con rezos. La chica le dijo que no era posible. El afectado se enfadaba por momentos. Decía que ni él, ni aquella víctima de los atentados, creían en esa religión y no querían que se oyera nada relacionado con ella especialmente en aquellas circunstancias. Pero no pudo ser. Los altavoces no se interrumpieron.

Espero que nadie considere irrespetuoso reivindicar el derecho a la laicidad. A mí lo que me parecieron una falta de respeto (o de tino) fueron las declaraciones de Pilar Urbano y Juan Manuel de Prada el otro día en televisión. Coincidían ambos en decir que la mujer no estaba marginada en la Iglesia católica.

De Prada llegó incluso más lejos y aseguró que no conocía a ninguna católica que quisiera ser sacerdotisa. Y para reforzar su tesis se basaba en el hecho de que Jesús había escogido a doce discípulos varones, ninguno de ellos era mujer. Alucinante. Lo decía con una seriedad... Podría haberse alargado en describir mejor la vida cotidiana en ese periodo histórico y añadir lo preocupadas que estaban las autoridades de entonces por conseguir que las mujeres compatibilizaran vida laboral y familiar. Estoy por mandarle a De Prada el teléfonos de dos candidatas a sacerdotisas que conozco. Una de ellas, casi tan feminista como creyente, tenía verdaderos conflictos ideológicos al abordar este tema.

En fin, que no es falta de respeto, pero sí de aire. Algunos necesitamos que las cadenas televisivas dejen de competir por ver cuál de ellas es la más papista. Queremos saber qué pasa en el mundo mientras los líderes mundiales están concentrados de rodillas posando con cara de duelo en las fotos como sólo saben hacer los mercaderes cuando toca promoción. Ver a Condoleezza Rice con mantilla negra en el templo ha sido demasiado, lo siento. La próxima vez que vaya a Madrid me voy a escuchar a Enrique a Entrevías. Hoy ha vuelto a estar supremo cuando ha preguntado al representante del Opus Dei si creía que la mejor manera de practicar el evangelio era excomulgar a una niña de nueve años y a sus parientes por haber abortado tras quedar embarazada a causa de una violación. Ninguno de los mercaderes que hoy están en el Templo del Vaticano tendrá nunca ese problema. Pero las acciones de algunos de ellos han causado muchos abortos espontáneos. No es fácil parir en medio de un bombardeo.

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