Magda Bandera |
11-05-2005 23:56
Ayer se descubrió finalmente que Marco nunca estuvo en el campo de concentración de Flossenburg. Él mismo ha acabado admitiendo que había deformado la realidad.
Xavi me contó que de todos los entrevistados él era el único que parecía haberse quedado anclado en aquella época. Todos los demás hablaban de otro modo, en otro tono. Todos quedaron marcados, pero Marco era el único que parecía seguir obsesionado, irritado, el tipo de persona que antes de comprar un producto pregunta si es de fabricación alemana.
Tras mi conversación con Xavi intenté ponerme en el lugar de Marco y disculpar su enojo constante, su afán de protagonismo por figurar en todos los eventos posibles, por ser siempre la voz predominante. Es una persona mayor. Tal vez sea, precisamente, el más débil de todos. No sé cómo reaccionaría si me pasara algo así.
Explico todo esto por 3 razones:
1. Porque tiene su lado esperanzador. Todos los que realmente sufrieron el horror han logrado avanzar. Xavi me explicó que aprendió mucho escuchándoles, apreciando su humanidad. Algunos de ellos incluso siguen soñando y luchando a su manera porque el mundo sea mejor.
2. Para destacar la validez del resto de testimonios, porque este tipo de incidentes es utilizado por todos los canallas y enfermos que niegan la existencia de los campos de exterminio.
3. Para reflexionar un problema periodístico: el de las fuentes.
Marco explicaba en su autobiografía (1978) su supuesta experiencia en el campo de concentración de Flossenburg. Por supuesto, nadie le pidió documentos que lo acreditaran. La mentira ha ido consolidándose con los años y aumentando a partir de los sucesivos homenajes y entrevistas que los medios le han ido haciendo a lo largo de todo este periodo.
Ante este tipo de situaciones los periodistas podemos hacer poco. Se trataba del presidente de la asociación. A ningún compañero se le ocurriría pedir el documento acreditativo.
Esto me recuerda una conversación que tuve hace dos semanas con uno de mis veinte jefes (repartidos entre varios medios). Hablamos de los blogs. Él decía que no confiaba en ellos, otra vez el viejo recelo de los medios convencionales ante internet. ¿Cómo sé que lo que me cuentan es verdad? Yo le contesté que del mismo modo en que lo hace un periodista normal, que con el tiempo uno sabe quién es fiable y quién no. Pero él insistía en que sólo confiaba en lo que le explicaban los redactores que conocía.
Este tipo de cosas nos van bien a todos los del gremio como cura de humildad y también para activarnos, para cuidar de nuestras fuentes más de lo acostumbrado. Hablaré con él dentro de un rato sobre este asunto, a ver qué opina.
En cualquier caso, quiero decir que hoy me he sentido muy bien teniendo un blog, seleccionando el testimonio falso y borrándolo. Es mucho más eficaz que una fe de erratas que algunos lectores ven y otros no. Y más cómoda que tener que mantener un testimonio falso en un reportaje audiovisual ya hecho y cuyos autores realizaron en su momento de modo impecable.
Pero la eliminación de todo un bloque de información de este tipo en un blog también requiere una explicación. Como prevención. Para que no se eliminen algunas verdades. Por eso he añadido un asterisco en el post titulado Mauthausen, explicándolo todo.
A Eix Diari creiem que un periodisme de proximitat, independent i sense pressions és més necessari que mai. La nostra feina és explicar el que passa al teu voltant amb rigor i compromís, però només és possible amb el suport dels nostres lectors.
Si valores la nostra feina i vols que continuem oferint informació lliure i plural per a tot el territori, fes-te subscriptor avui. El teu suport fa la diferència.
Subscriu-te ara!Però si ara no et pots subscriure i vols seguir al dia de les notícies més importants, uneix-te als nostres canals:
Segueix-nos a WhatsApp! Segueix-nos a Telegram!



