Diez años después de Srebenica, por Jasmina Tesanovic

Jasmina Tesanovic

Jasmina Tesanovic

Conocí a Jasmina Tesanovic hace cinco años. Estaba presentando su “Diario de Jasmina” en España y tuve que entrevistarla para el suplemento de Libros de El Periódico de Catalunya. Poco después, cuando visité Belgrado para escribir un libro sobre embargos económicos, Jasmina me ofreció su ayuda y me habló de la artista iraquí Nuha Al-Radi. Ambas llevaban bastante tiempo intercambiando e-mails en los que hablaban sobre cómo las sanciones económicas impuestas a sus respectivos países habían condicionado su vida cotidiana. Esas cartas esperan editor español, ¡a ver si hay suerte y surge pronto!

De vez en cuando, Jasmina está especialmente activa y envía textos brillantes en los que analiza la situación internacional. En esta ocasión, se trata de un artículo en el que habla sobre el décimo aniversario de la masacre de Srebenica. Como siempre, Jasmina mira de frente los hechos. Como serbia y como europea, hace autocrítica al describir tanto la indiferencia de sus vecinos como la de la comunidad internacional:




"Srebrenica 2005, diez años después" por Jasmina Tesanovic

En Junio de 1995, estaba terminando mi libro sobre refugiados de la ex-Yugoslavia “The Suitcase” (“La maleta”) (University Press de California), entrevistando a mujeres y hombres de diferentes nacionalidades, vinieran de donde vinieran y sin importar a dónde hubieran sido desplazados.

Uno de ellos era un joven de Srebrenica: desplazado a Viena. Era musulmán, fue muy educado y amable conmigo, una serbia escribiendo para los americanos; me invitó a su apartamento, me ofreció quedarme a cenar y me contó cómo había abandonado el convulso país con la ayuda de la Cruz Roja en Belgrado. Se consideraba yugoslavo y detestaba las guerras, según él las hacían los políticos, no la gente.

Al final dijo algo que nunca olvidaré, una frase que en ese momento me pareció turbia y escalofriante: si le ocurre algo a mi familia en Srebrenica, un enclave musulmán protegido por las tropas de la ONU, juro por Dios que asesinaré con mis propias manos al primer serbio que se me cruce en mi camino, incluso mi compañero de trabajo en Viena, y me da igual si él no tiene la culpa ni si tengo que pasar el resto de mis días en prisión...

Unas semanas después ocurrió la masacre de Srebrenica; más de ocho mil personas fueron ejecutadas en apenas unos días por el ejército serbiobosnio liderado por el general Mladic: las tropas de la ONU volvieron la vista hacia otro lado ... los cuerpos fueron enterrados a lo largo de toda la región, algunos incluso en la propia Serbia, mostrando una eficiencia sin precedentes en las guerras de los Balcanes. Todavía hoy, diez años después, algunas personas en Serbia y en todo el mundo miran hacia otro lado. La opinión defendida por la silenciosa mayoría en Serbia es que se cometieron crímenes en todos los bandos. En el gran mundo militarista globalizado, la justificación de esta actitud es: dejemos que lo resuelvan en los Balcanes, el magnífico aislamiento de los que se lo pueden permitir.

No sé si la familia de este hombre fue asesinada durante la masacre, no sé si él mató a su vecino, nunca conseguí contactarle de nuevo.... Después de la masacre de Srebrenica el 11 de Julio, los croatas bombardearon Krajina a principios de agosto y doscientos cincuenta mil serbios huyeron de Croacia.
Al cabo de pocos meses, en Dayton, se firmó un tratado de paz entre los tres bandos beligerantes (Serbios, Musulmanes y Croatas). Recuerdo haberme pasado toda la noche despierta para ver si llegaban a un acuerdo. Recuerdo a mi hija de 11 años levantándose de su cama y viniéndome a preguntar cada pocas horas: ¿LO HAN HECHO? Cuando finalmente le dije que sí: se fue a dormir y yo empecé a llorar. No eran lágrimas de alivio sino de desesperación. El tratado había sido firmado por Milosevic y Karadzic. Se dieron un apretón de manos con Bill Clinton, actuaban como si fueran pacificadores (peace makers) e inmediatamente supe que los ocho mil cuerpos de las fosas comunes de Srebrenica volverían algún día, tan cierto como el padre de Hamlet, porque no habrá reconciliación ni paz sin verdad y justicia.

Cada año sin excepción, durante todos estos años, nosotros, como Mujeres de Negro, Belgrado, nosotros como individuos que tenían amigos en Bosnia, nosotros que dijimos “No en Nuestro Nombre”, nosotros que rendimos respeto a las víctimas de la masacre no enterradas, a las parcialmente enterradas, a las identificadas y a las no identificadas.

Nosotros fuimos a Srebrenica, escribimos sobre lo ocurrido al mundo, nos concentramos en la Plaza de Belgrado, donde nos escupieron, nos atacaron físicamente, nos insultaron de traidores, durante el régimen de Milosevic y después de su caída.

La negación de los hechos sigue, incluso diez años después: El parlamento Serbio no puede adoptar una resolución sobre la masacre de Srebrenica debido a un desacuerdo en la redacción de la misma. El ejército holandés, el cual tenía bajo su directa responsabilidad el enclave, ha condecorado a los soldados holandeses que sobrevivieron al crimen sin hacer nada. Las principales partes responsables, Mladic y Karadzic, siguen prófugos.

Recientemente, apareció en los medios serbios un corto video donde se podía ver la ejecución de víctimas musulmanas. No tuvo un impacto inmediato sobre la política mundial, pero sí sobre las desafortunadas madres y otros parientes de las víctimas desaparecidas.

¿Qué ha pasado en el mundo durante estos últimos diez años?

El mundo entero se ha convertido en unos Balcanes. La eficiencia de las matanzas: bombas suicidas, terrorismo, invasiones y ocupaciones, el crimen de estado y el terrorismo mundial paramilitar hablando el mismo lenguaje fundamentalista en contra del ciudadano de a pié y la sociedad civil de todo el mundo.

Diez años después, más que nunca, los grupos no gubernamentales pacifistas, feministas o otros grupos de base similares son los únicos que ven la necesidad de desvelar los crímenes, condenar los crímenes y hacer frente a la responsabilidad internacional por la masacre de Srebrenica perpetrada por los paramilitares serbios. La cadena de responsabilidades pasa por los que apretaron el gatillo, por los que dieron las órdenes desde Bosnia, por los que les respaldaron en Serbia y por los que en el resto del mundo convirtieron a un régimen criminal en pacificador.

Reconciliación, verdad y justicia, además de las exposiciones, concentraciones y escritos que ONGs de todo el mundo harán este 11 de julio.
Para mí, reconciliación, verdad y justicia implicarían abrazar a aquel hombre de Srebrenica a quien entrevisté diez años atrás, cuando ambos aún creíamos inocentemente que había esperanza para todos nosotros fuera de los Balcanes. Le diría: perdóname, nunca olvidaré...

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