La parte

Al escribir las últimas anotaciones he recordado un pequeño reportaje mío que se quedó en la "nevera" de una redacción. Tal vez porque va de dulces.. En fin, cosas que ocurren. Es la historia del pueblo gorani, muy desconocido, a pesar de vivir en el corazón de Kosovo. Boris Matijas nos habló de ellos durante el viaje que hicimos en septiembre Tatiana Donoso, Rafa Panadero, él y yo. También Boris ha escrito sobre esta comunidad, que sobrevive entre grupos étnicos enfrentados a su manera. Algunos ex yugoslavos los tienen idealizados, dicen que han sido los más inteligentes, porque supieron mantenerse al margen de la locura colectiva. Entre la comunidad albanesa encontré comentarios semejantes, pero también algunas críticas. Su neutralidad fue vista como una "indefinición" interesada para salvarse.

La charla que mantuvimos los cuatro con Pelivan en su pastelería de Mitrovica fue muy agradable. Este pastelero es un hombre realmente carismático. Ejerció de pseudo embajador y coordinador del servicio de prensa internacional que se estableció espontáneamente en su pastelería cuando empezó a llegar la manada formada por periodistas de todo el mundo que no sabían dónde quedarse, ni cómo orientarse.

Nos invitó a unos pasteles buenísimos.

“Los goranis somos como las abejas. No nos importa el lugar ni el Estado en el que vivimos, volamos de una flor a otra sin problemas”, explica Pelivan Djingic. Por supuesto, a este pastelero de Kosovo también le encanta la miel.

Esta pasión por lo dulce es muy importante en estas tierras. La palabra Balkan proviene de otras dos de origen turco que significan “sangre” y “miel”. Los 30.000 integrantes de la minoría gorani han optado por potencia la segunda y sobrevivir a su manera en la región más conflictiva de Europa. En Kosovo viven, aproximadamente, dos millones de personas, de las cuales el 88% son albaneses y el 7%, serbios. Junto a los gitanos, los goranis son la minoría más numerosa.

Dedicados sobre todo a la elaboración de pasteles, este pueblo de eslavos musulmanes ha conseguido mantenerse ajeno a las guerras balcánicas. Por este motivo son admirados por muchos de sus vecinos. Otra razón es que los ex yugoslavos recuerdan con nostalgia que durante los tiempos de paz todas las capitales de las diferentes repúblicas contaban con una gran pastelería gorani en el centro. En ellas se podía encontrar la mejor “baklava”, una delicia de origen oriental hecha con milhojas y rellena de nueces o almendras y cubierta de un caramelo elaborado a base de azúcar, miel, vainilla y limón. Sus excelentes y variados quesos también se utilizan para hacer pasteles. Y es que los gorani aman tanto los dulces que su bebida tradicional, la “boza”, es una fórmula secreta cuyos principales ingredientes son la harina y el azúcar hervido.

El hecho de vivir aislados durante siglos en la inhóspita región de Gora (esta palabra significa “montaña”) les ha ayudado a conservar sus tradiciones. Para perpetuarlas se casan en entre ellos. Esta endogámica “ley” se ha complicado últimamente porque muchos goranis han tenido que emigrar. En la actualidad se calcula que sólo unos 7.000 siguen viviendo en las dieciocho poblaciones de la Gora.

Durante el verano hay temporada alta de bodas. Es la época en que los jóvenes emigrantes vuelven al terruño para casarse y lo celebran durante cinco días. También es muy importante el día de San Jorge (que celebran cada 6 de mayo, ya que se rigen por el calendario ortodoxo). “Estemos donde estemos, intentamos volver a “casa””, explica Pelivan.

Las mujeres que viven en “la montaña alta” visten siempre el traje tradicional y un pañuelo de colores vivos en la cabeza. Más difícil es reconocer a Pelivan. Para empezar, tiene varios pasaportes: “el búlgaro, el serbio y el macedonio”. Cuando eres un gorani, los burócratas suelen decirte “ah, eres uno de los nuestros”. No tenemos problemas”.

Para demostrarlo se pone como ejemplo. Su pastelería, fundada por su abuelo, se encuentra en la parte serbia de Mitrovica. Los habitantes de esta zona no atraviesan el punte que los separa del lado albanés desde las revueltas de marzo de 2004, que se saldaron con 19 muertos. Pelivan sí lo hace. Para empezar, habla perfectamente las dos lenguas, además de la suya propia, un idioma parecido al serbocroata antiguo.

“Nos adaptamos bien a cualquier medio, pero siempre somos nosotros mismos”, dice. Ello significa mucho más que ser bosniaco –eslavo y musulmán-. “Los serbios dicen que somos serbios, los macedonios que macedonios... Pero cuando pruebas nuestros pasteles te das cuenta de que somos únicamente gorani, “la parte dulce de sus vidas”, insiste Pelivan. Este eslogan aparece en su tarjeta de visita.

A Eix Diari creiem que un periodisme de proximitat, independent i sense pressions és més necessari que mai. La nostra feina és explicar el que passa al teu voltant amb rigor i compromís, però només és possible amb el suport dels nostres lectors.

Si valores la nostra feina i vols que continuem oferint informació lliure i plural per a tot el territori, fes-te subscriptor avui. El teu suport fa la diferència.

Subscriu-te ara!

Però si ara no et pots subscriure i vols seguir al dia de les notícies més importants, uneix-te als nostres canals:

Segueix-nos a WhatsApp! Segueix-nos a Telegram!


Articles d'opinió


SUBSCRIU-TE

Dona suport al periodisme local col·laborant amb nosaltres i fes-te’n subscriptor per només 1€ setmanal sense permanència. El periodisme de proximitat necessita del compromís dels seus lectors.

Subscriu-te ara! Al periodisme local