¿Se puede discrepar?

En las últimas ediciones del DIARI DE VILANOVA los lectores se deben haber quedado asombrados ante el linchamiento que determinados sujetos han lanzado contra un ciudadano que se limitó a manifestar una opinión. Algunos no entienden que viven en democracia y que en este sistema de gobierno la existencia de ideas contrarias a la de uno, es una realidad. Pero está claro que los nacionalistas no ven la realidad dado que viven en un mundo a parte, ellos viven en una burbuja donde todo es del color que ellos deciden. Que el castellano es un idioma importante para cualquier ciudadano y sobre todo para cualquier ciudadano español es una verdad capital pero ellos no la ven.

Es inconcebible que los nacionalistas ataquen de esa forma, con insultos muy sutiles, pero insultos, a un ciudadano que discrepa de ellos. Sin embargo, hay que entender la situación en la que viven los nacionalistas y es que: después de gastarse millones y millones de euros desde los distintos gobiernos de la Generalitat en oficinas extranjeras, funcionarios que vigilan hasta el idioma en el que se escribe la publicidad de los servilleteros, después de lograr el monopolio de todos y cada uno de los medios de comunicación de la comunidad autónoma para que estén continuamente adoctrinando al espectador, después de tener una educación destinada única y exclusivamente a crear adictos al nacionalismo dispuestos a arrinconar a cualquier ciudadano que discrepe, después de conseguir estar a un paso de la independencia con un nuevo estatuto, ven y observan como la mayoría de la sociedad catalana se sigue considerando catalana y por tanto, española, y además en estos últimos tiempos les está plantando cara.

Señor Mateos, gracias. Gracias por haber escrito lo que piensa y gracias por no acongojarse ante los nacionalistas. Los jóvenes catalanes de hoy requerimos el apoyo de la sociedad catalana para evitar que la minoría antidemocrática que nos quiere regular el pensamiento encuentre un muro infranqueable. Gracias a su vez, a todos los jóvenes que desde cualquier arco ideológico plantan cara y no se arrugan ante los que quieren dictar las normas de comportamiento en esta sociedad y gracias en definitiva, a todos los que poco a poco se suman a la búsqueda de la libertad.
Y concluimos afirmando lo que en su día manifestó Albert Einstein: El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampión de la humanidad.

Universitarios Liberal Demócratas (ULD)