Workers

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Aquellos términos tales como, conciencia de clase, acumulación capitalista, el poder obrero están en su recorrido final. La iglesia de los socialistas o comunistas que tantos adeptos cosecho hace años, esta perdida y su imán, que ejerció sobre las generaciones pasadas esta corroída e inútil.

Frases como la de Rosa Luxemburgo, suenan a un cañón inerte e ineficaz al decir: “cuando más violentamente acabe el capitalismo con la existencia de capas no capitalistas, fuera y dentro de casa, y cuanto más rebaje las condiciones de vida de todas las capas trabajadoras, más se transformara la historia [...] en el mundo en una cadena ininterrumpida de catástrofes y convulsiones políticas y sociales. No está de más recordar que las elites que lucharon contra el franquismo se alimentaban de estas frases, de estos sueños que descansaban en el mal humor, en la coincidencia perversa respecto añ capitalismo como maquina autónoma y su representación política considerada como una representación miope de los intereses de aquel. Fueron años de sueños y mentiras generadas al interior de la maquinaria política de los partidos de izquierda.

Un pensador, premio Príncipe de Asturias de 2001, George Steiner(1), hace unos días en un periódico nos ha advertido que: “si no encontramos otro ideal, el dinero acabará con nuestra vida espiritual”. Para este autor, no existe en la actualidad la posibilidad de ofrecer “una esperanza de futuro”. El asocia este fenómeno a que el espacio de izquierda se ha convertido en el último territorio de los acomodaticios. La crisis de los modelos defendidos en el pasado han llevado a los jóvenes a responder cuando se les critica por su inacción: “que no se dejarían engañar otra vez entre el estalinismo abyecto” y el “fascismo proamericano de la CIA”.

Es en este momento delicado, de inocencia amarga, en la cual los jóvenes renuncian a enfrentarse al cambio de la sociedad, cuando una aparición mediática como la de Al Gore con su circo millonario pro ecológico, suena a instante difícil, ante la crisis de nuestro entorno. Ante ello, los jóvenes asumen con cierta displicencia los augurios del futuro que les afectaran más, que a las generaciones a la que pertenece este cronista y el político hollywoodiano citado.

¡Es hora de actuar!. ¿No piensa esta generación que es mejor equivocarse?. ¿De enfrentar a los valores y estilos de una sociedad que os ofrece una prima mileurista como bocado de pez rancio y salado dentro de la barra de 1 euro?.

La esperanza no encuentra su ideología. Alguno dirá que es mejor un cierto nivel de relativismo. O de abstemios que ven pasar la bola del tenis camino de la línea exterior. O que el cansancio vital que ha dejado Mayo del 68 y sus monsergas de revolución ya están pasadas y bien pasadas.

¿Maybe?. Pero una cierta dosis de revancha, de sublevación contra los valores no estaría mal. Y nos daría un soplo de felicidad incomoda.

 

“Me puse de pie, una asamblea de 300 personas, estaban dispuestos a lincharme. ¿Y si mi argumento era débil?. Un silencio se estableció entre el coro y mi voz. Deje escapar unos minutos de brega, de fuego. Y me senté. Detrás un tipo rubio y delgado empezó a desmenuzar mi alegato. Pérfido y ruin su coro le acompaño el recital con un aplauso. Al salir se acercaron tres personas y me agradecieron haber dicho lo mismo que ellos pensaban”.

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