Magda Bandera |
30-09-2005 16:00
Hoy me siento más catalana que nunca: voy a intentar escribir en un rato lo que debería haber escrito en las últimas semanas.
Pero me temo que no voy a poder lanzarme a resumir los posts que he ido preparando mentalmente durante estos días, porque tengo puesto el Canal 33 y me distraigo escuchando las intervenciones de los diputados catalanes sobre el apartado dedicado a la financiación.
Como la tarea se anuncia densa, zapeo un segundo y veo que en Tele5 están cantando juntas Edurne y Lidia, de Operación Triunfo. Las conozco porque mi amigo Xavi, simpatizante de ERC con el que mantengo acaloradas discusiones sobre nacionalismos varios, se pasa el día hablando de ellas. Le llamo corriendo para decirle que cambie de canal y disfrute un ratillo, pero no hacía falta, ya estaba en ese...
Por eso resuelvo que lo mejor es dejarle tranquilo, entretenido, y no le digo que me parece fatal que el PPC se haya tenido que enterar de lo que dice el redactado final sobre financiación porque ha reclamado el texto formalmente. Se lo han dado y le han pedido disculpas. Pero ¿y a nosotros? Los ciudadanos de Cataluña no tenemos ni idea de cuál es el texto definitivo. ¿Por qué no se le ha ocurrido a nadie reproducirlo, por ejemplo, en una de esas modernísimas y ya omnipresentes franjas móviles que corren en la parte inferior de las pantallas de televisión hasta hacerse tan invisibles como la letra pequeña de los contratos hipotecarios?
Pese a la alegría de esta noche y la que se anuncia para mañana, me temo que no se han acabado las carreras por los pasillos que empezaron con la aprobación de los últimos presupuestos generales, (no sé por qué nadie ha pedido aún selecciones catalanas para esta modalidad deportiva tan nuestra). Y supongo también que los tremendismos no han hecho más que empezar. Hoy he oído a más de un tertuliano en pleno ataque de furia al ver que el Parlament aprobaba la definición de nación, ¡qué ocurrencia! Los afectados proponían sinónimos para evitar la palabra tabú, nacionalidad no les sonaba del todo mal. Paradójicamente, algunos de estos opinadores presuntamente progresistas criticaban después los absurdos lingüísticos de los miembros del PP que se niegan a denominar matrimonio a las uniones entre homosexuales.
En fin, que es más que previsible que arrecien los ataques de un lado y las dosis de victimismo del otro. Hay muchísimos blogs sobre el tema, así que éste será el único post que colgaré al respecto.
El debate ya se está terminando, pero sorprenden las últimas intervenciones sobre el apartado referido a la laicidad en la enseñanza. Tampoco en este caso hay franja en la pantalla para difundir el redactado definitivo, pero parece ser que el tripartito y CIU han encontrado una fórmula tan salomónica como confusa. La enseñanza pública será laica, pero la religión se podrá dar en la escuela. Un representante de IC se quejaba de que las prisas hayan dado como resultado un redactado tan poco claro. Podría acabar con una frase hecha y decir que después de tantos trompicones con la iglesia hemos dado, pero prefiero limitarme a reproducir un dato, una cifra contundente, bastante más objetivo que toda la palabrería que nos espera: Más del 88% de los diputados catalanes acuerda aprobar el Estatut.
Iba a cerrar ordenador y tele, pero antes me he pasado por cal Buenafuente y he visto que está entrevistando a Serrat. Justo ahora le dice que la política es muy importante, la única forma de defendernos. Por eso recomienda que, en general, no la dejemos en manos de los políticos.
Pero me temo que no voy a poder lanzarme a resumir los posts que he ido preparando mentalmente durante estos días, porque tengo puesto el Canal 33 y me distraigo escuchando las intervenciones de los diputados catalanes sobre el apartado dedicado a la financiación.
Como la tarea se anuncia densa, zapeo un segundo y veo que en Tele5 están cantando juntas Edurne y Lidia, de Operación Triunfo. Las conozco porque mi amigo Xavi, simpatizante de ERC con el que mantengo acaloradas discusiones sobre nacionalismos varios, se pasa el día hablando de ellas. Le llamo corriendo para decirle que cambie de canal y disfrute un ratillo, pero no hacía falta, ya estaba en ese...
Por eso resuelvo que lo mejor es dejarle tranquilo, entretenido, y no le digo que me parece fatal que el PPC se haya tenido que enterar de lo que dice el redactado final sobre financiación porque ha reclamado el texto formalmente. Se lo han dado y le han pedido disculpas. Pero ¿y a nosotros? Los ciudadanos de Cataluña no tenemos ni idea de cuál es el texto definitivo. ¿Por qué no se le ha ocurrido a nadie reproducirlo, por ejemplo, en una de esas modernísimas y ya omnipresentes franjas móviles que corren en la parte inferior de las pantallas de televisión hasta hacerse tan invisibles como la letra pequeña de los contratos hipotecarios?
Pese a la alegría de esta noche y la que se anuncia para mañana, me temo que no se han acabado las carreras por los pasillos que empezaron con la aprobación de los últimos presupuestos generales, (no sé por qué nadie ha pedido aún selecciones catalanas para esta modalidad deportiva tan nuestra). Y supongo también que los tremendismos no han hecho más que empezar. Hoy he oído a más de un tertuliano en pleno ataque de furia al ver que el Parlament aprobaba la definición de nación, ¡qué ocurrencia! Los afectados proponían sinónimos para evitar la palabra tabú, nacionalidad no les sonaba del todo mal. Paradójicamente, algunos de estos opinadores presuntamente progresistas criticaban después los absurdos lingüísticos de los miembros del PP que se niegan a denominar matrimonio a las uniones entre homosexuales.
En fin, que es más que previsible que arrecien los ataques de un lado y las dosis de victimismo del otro. Hay muchísimos blogs sobre el tema, así que éste será el único post que colgaré al respecto.
El debate ya se está terminando, pero sorprenden las últimas intervenciones sobre el apartado referido a la laicidad en la enseñanza. Tampoco en este caso hay franja en la pantalla para difundir el redactado definitivo, pero parece ser que el tripartito y CIU han encontrado una fórmula tan salomónica como confusa. La enseñanza pública será laica, pero la religión se podrá dar en la escuela. Un representante de IC se quejaba de que las prisas hayan dado como resultado un redactado tan poco claro. Podría acabar con una frase hecha y decir que después de tantos trompicones con la iglesia hemos dado, pero prefiero limitarme a reproducir un dato, una cifra contundente, bastante más objetivo que toda la palabrería que nos espera: Más del 88% de los diputados catalanes acuerda aprobar el Estatut.
Iba a cerrar ordenador y tele, pero antes me he pasado por cal Buenafuente y he visto que está entrevistando a Serrat. Justo ahora le dice que la política es muy importante, la única forma de defendernos. Por eso recomienda que, en general, no la dejemos en manos de los políticos.
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