HERB RITTS

El fotógrafo estadounidense Herb Ritts, conocido por sus retratos a modelos y estrellas del cine, ha muerto el pasado 26 de diciembre en Los Ángeles. El fotógrafo tenía 50 años y, según indican diferentes medios, la causa de su muerte se debe a unas complicaciones con una pulmonía.

Ritts nació en Los Angeles en 1952 en el seno de una familia que tenía una empresa de muebles. Tras graduarse en económicas en la Bard College de Nueva York, Ritts regresó a Los Angeles para trabajar en el negocio familiar como vendedor. Entró en contacto con la fotografía al recibir un curso de la escuela para adultos: allí tomó sus primeras fotos como amateur. La suerte le cambió un día de 1978 cuando iba conduciendo junto a un Richard Gere, por entonces desconocido, y pincharon. Mientras esperaban a que les repararan la avería Ritts fotografió a Gere. De esta serie destaca una imagen en la que el actor llevaba los brazos sobre su cabeza y un cigarrillo en sus labios, una imagen que se convirtió en un icono del actor que poco después llenaría cines. Éstas imágenes fueron utilizadas como reclamo publicitarias con lo que el nombre de Ritts empezó a sonar con fuerza.


Carlos Moyá. Fotografía de Herb Ritts.
Se dice que Herb buscaba prioritariamente hacer que los retratados aparecieran bellos, por lo que fueron muchos los famosos que quisieron ser fotografiados por él. Madonna, Jack Nicholson, Ronald Reagan, el Dalai Lama o Bruce Springsteen son algunos de una larga lista de modelos que posaron para Ritts. Éstos aparecen en imágenes, casi todas en blanco y negro, que posteriormente se publicaban en medios como Interview, Harper's Bazar, Vogue, Vanity Fair o Rolling Stone. Pero muchas otras fotos fueron portadas de discos o anuncios de publicidad. Ritts también se atrevió a dirigir videos musicales para Janet Jackson y Chris Isaak, y no le fue nada mal ya que éstos fueron galardonados como "mejor video" en los premios MTV. Además de los retratos a famosos, Ritts también trabajó en el campo de la moda y la fotografía de autor pero casi siempre dentro de unas coordenadas en las que la elegancia y la sensualidad eran elementos fundamentales.