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Tribuna
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Cristina Pérez
- Sitges
- 14-09-2015 18:10
Refugiats sirians al camp de refugiats d'Al-Zaatri a la ciutat de Mafraq, a Jordània. ACN
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Como dijo un conocido actor americano, por mucho que les sorprenda a algunos, se puede estar a la vez en contra de que un policía asesine y de que se asesine a un policía. De la misma manera, se puede estar a la vez en contra de cualquier tipo de imposición islámica y a favor de acoger a los refugiados de un país islámico.
Al principio del éxodo sirio, lo primero que pensé fue en el nuestro, el de 1939, y me uní al clamor que exigía a Europa una acogida sin limitaciones. Hasta que me detuve a escuchar otras opiniones que, sin rechazar la solidaridad, frenaban el arrebato humanitario con una fuerte dosis de sensatez. He aquí algunas con las que estoy completamente de acuerdo.
En primer lugar, una Europa exhausta por una crisis económica sin precedentes no puede hacerse cargo de esta tremenda oleada de personas desahuciadas. Tampoco puede asumirlo una Europa que vive bajo la amenaza constante del terrorismo islámico, cuando es más que evidente que entre miles de inocentes se esconden los malditos descerebrados que están destrozando sus vidas y quieren destrozar las nuestras.
Pero somos eurocentristas, e incluso desde los más profundo de nuestro tierno corazón, creemos que Europa tiene el patrimonio del bien y el mal, en este caso el de la solidaridad. Buenistas, ciegos y bastante cobardes, no señalamos a los que sí tienen el deber de acoger a estas personas: los países musulmanes. Con excepción de Líbano, Egipto, Jordania, Turquía y el sufrido Irak, ¿dónde esconden los demás la cacareada hospitalidad coránica? El próspero Irán silba de espaldas a la tragedia, mientras los musulmanes a los que pretende “liberar del yugo israelí” con sus jueguitos nucleares, mueren bajo las bombas de su más fiel aliado. Los países del Golfo les cierran las puertas sin la mínima vergüenza. ¿Para qué? ¿Acaso el resto del mundo, especialmente la boba Europa, les va a culpar de algo?
Arabia Saudita, especialmente, consta con unos recursos y una extensión geográfica inmensos. Y es un país generoso, lo demuestran constantemente ofreciendo entrenamiento, logística y lavado de cerebro gratuito a Hamás, y becas a los familiares jóvenes de los mártires que deseen cursar estudios secundarios y superiores, por supuesto en instituciones muy específicas. Pero no dejan entrar a un solo refugiado sirio, no sea que se les vaya a colar algún terrorista.
Así que nos toca a nosotros, faltaría más. Y lo digo sin ironía. Eurocentristas o no, capacitados o no, no los vamos a dejar morir. A pesar de todo, haremos lo que podamos. De corazón, bienvenidos.
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