Coronavirus

Pidiendo hora a Cal Notari

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Intentas pasar el tiempo lo mejor posible. En el fondo, la vida era eso, ¿O ya no te acordabas?. Entre otras cosas que haces, pones la tele y ves un militar hablando de una guerra que no es una guerra, ves un rey hablando sin decir nada útil, unos políticos que mientras discuten mas que hablar, no te ayudan y que cuando acaban tienes la sufrida sensación de que te hacen sentir más preocupado sin saber muy bien porqué.

Quedarse en casa con nosotros mismos o con los nuestros tiene ciertas ventajas, una de ellas es que te hace ser mas reflexivo, paras un poco y eres mas consciente de algunos movimientos que hasta entonces eran por inercia. Nos vamos dando cuenta, por ejemplo, de que no necesitamos tanta información porque sí, que sólo cuando sale un científico contrastado y te explica cómo se comporta ese virus, o un sanitario experimentado y te dice cuatro o cinco cosas concretas que puedes hacer para evitar el contagio (lavarse las manos, salvar las distancias, mantener la calma y quedarse en casa) ya está, mucho mas es excesivo y hasta poco saludable, y mira que es fácil.

Al mismo tiempo resulta fascinante ver cómo esta situación pone en cuestión tantas circunstancias de la clase de mundo que nos hemos ido y nos han ido construyendo, cómo abarca tanto a los gestores a gran escala, preocupados por el hundimiento de un sistema político-económico al que aprendieron a jugar y a ganar, hasta las nuevas circunstancias que rodearán al bebé recién nacido esta misma tarde en el año cero d.C. Para la mayoría de gobernantes no es una buena situación, preocupadamente les preocupa este virus porque estresa descontroladamente nuestro sistema económico, quizás demasiado, excesivamente condicionado a los tiras y aflojas de los movimientos bursátiles o de guerras comerciales, las auténticas guerras. Ahora podemos ver mejor cómo un sistema de base capitalista a escala global ha ido desdeñando las personas en su individualidad, las necesidades en su diversidad o la salud ambiental planetaria. Nos vemos dentro de una manera de entender el mundo que explota la globalidad económica pero no tiene en cuenta la acción-reacción de una nueva globalidad que no entiende de dineros o fronteras. La naturaleza siempre estuvo ahí, y tantas veces devuelve multiplicado lo que se le da como otras tantas veces es tan imprevisible que ningún sistema humano la puede subyugar ni mucho menos obviar.

A estas alturas, para bien o para mal, estaría bien prever que esta situación va a suponer unos cambios de hábitos radicales y reaccionarios al de antes del "quédate en casa". La temporal obligación a las personas a "no trabajar", a "no trasladarse ni viajar", a "no producir ni consumir" más de lo necesario, entte otras consecuencias, obliga de paso a priorizar acciones, valores e ideas en cada una de las 7 mil millones de vidas de este único mundo único. Si muchas veces no poder hacer algo es una manera de revalorizarlo, el no poder tocar o ver o cuidar en persona a alguien nos hace valorar más el tocar y ver y cuidar en persona a ese alguien, a convivir mejor con cada una de esas vidas de nuestro alrededor, empezando con uno mismo. Obligado pensar que el gran peligro no está ya en el hecho de ser extranjero, musulmán, feminista o diferente... el gran peligro siempre estuvo y estará en la ignorancia y en la estupidez humanas.

Por cierto, paréntesis, diría que no soy el único al que le perturba sobremanera ver ahora ciertas noticias de deportes cuando no hay deportes. ¿En serio creen que me va a preocupar que un club de fútbol pierda dinero o que los cracks del fútbol se rebajen el sueldo? ¿En serio no me puedo indignar por eso? ¿En serio tienen que dedicar a esos privilegiados ese espacio (por tanto: tiempo, dinero y energías) en los medios de comunicación? ¿En serio me tienen que preocupar más esos privilegiados que las personas dependientes o necesitadas? ¿Que los sin techo? ¿Que los barracones escolares? ¿Que los recién parados? ¿Que las mujeres aún maltratadas? ¿Que la falta de recursos en servicios sociales? ¿En serio aún no somos conscientes de lo más importante? ¿En serio?

Ya mas o menos todos tenemos claro que este tiempo va a servir para darnos más cuenta de la importancia de los servicios esenciales, de las personas que cuidan de otras personas, de médicos, sanitarios, limpiadores... que cuidan de lo más valioso en nuestras vidas y de las vidas de los nuestros, De los agricultores, ganaderos, transportistas, tenderos, empleados, obreros, técnicos, especialistas, etc. y etc. que nutren nuestras neveras y cubren y mejoran las asistencias más básicas. Y nos acordamos también ahora de qué valiosa es esa cosa tan etérea que es la cultura pero que de forma práctica infinita nos entretiene tantas horas ahora mismo, con un libro, con música, con tantas películas, series y programas que ahora nos hacen entender, reír, emocionarnos, desconectar y reengancharnos catárticamente a esta nueva realidad. Y claro, nos acordamos ahora también de los maestros y profesores que además de cuidar de nuestros hijos e hijas, los educan para que sean los sanitarios de mañana, los administradores y gestores de ese mañana, para que sean las personas capaces de sobrevivir y de convivir en cualquier situación y con cualquier otra persona, empezando con ellos mismos. Estos días muchos padres y madres se pondrán a prueba como cuidadores y también como educadores de sus hijos, seguramente verán mejor el trabajo de tantos docentes que van más allá de transmitir unos conocimientos teóricos básicos de unas asignaturas concretas. Quizás cuando esto acabe nos demos cuenta de algo tan asumido que muchas veces se nos olvida, como el aire que respiramos, que cuanto más cuidemos a las personas que nos cuidan... pues eso.

Hace unos días en un programa de radio invitaban a los oyentes a dejar mensajes diciendo lo que harían una vez todo esto haya pasado, entre las llamadas y los audios, casi todos mas o menos del mismo palo, disfrutar más y mejor, sobresalía una llamada de un señor mayorcito que decía que lo primero que haría si sobrevivía a la cuarentena sería ir a cal Notari a cambiar el testamento, porque estos días se había dado cuenta de las personas que le habían llamado y de las que no. Pues no es mala idea, cuando esto acabe podríamos pedir hora con nuestro particular notario y reconocer a quiénes necesitamos, cuidarlos más, cuidarlos mejor, y de paso desdeñar todo aquello que nos sobra.

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