La solución Vilanovina: el “barcu” (2ª parte)

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.Como decía aquel: mucho año dos mil, mucho año dos mil y aquí los coches sin volar... Una cosa que desilusiona bastante. Como el anuncio aquel en el que una señorita rubia con peluca bastante friki aparece con una botella de detergente diciendo algo así: “Hola, vengo del futuro y ...” ¿Pero cómo? ¿En el futuro también habrá que lavar la ropa? Me van a perdonar la grosería pero, ¡MENUDO FUTURO DE MIERDA!

Lo de la “solución” marítima si es una broma, que me temo que no, o el que lo propone, ¿lo propuso el nuevo regidor de Movilitat? o no lo tiene muy claro o no tiene ni repajolera idea de lo que es la navegación por mar.

Así que visto lo visto os voy a contar mi breve pero intensa experiencia marítima. (Ojo. Os advierto que estas son batallitas de andar por casa y que si buscabas un texto serio es mejor que los busques en otra parte... Ahora que puedes, huye... De nada.)

Si sigues todavía ahí, allá tú, te contaré que mi viaje de luna de miel fue un crucero. En el Mistral. Siete días maravillosos desde Venecia. Imaginaros un trasatlántico de 2500 personas, con 11 pisos de altura, discoteca, gimnasio, un teatro enorme, una cosa...

Salimos por el Gran Canal hacia el Adriático rumbo a Dubrovnik y luego hacia las Islas Griegas. Un viaje magnífico y espectacular que nos acercó a la belleza de los mares y este tipo de turismo. El viaje en crucero evidentemente es una forma de viajar que no le gusta a todo el mundo y que tiene un ambiente que en los últimos años ha tenido un gran auge gracias a una oferta mas acorde con la economía familiar.

De los viajes en crucero todo lo que te cuenten y todo lo que se aproxime a la teleserie “Vacaciones en el Mar”, he de decir que es cierto. El camarero de jamaicano existe. La cena con el Capitán también. La noche de Gala con traje, las figuras de fruta, los espectáculos de aire “internacional” en un teatro para 1500 personas o los compañeros de mesa que al tercer día, sobretodo si hay mala mar, te cuentan su vida más íntima, también. Es en definitiva, una forma de viajar y jugar en el que puedes o no participar. Las excursiones las puedes hacer por tu cuenta y puedes vivir ajeno a el equipo de animación sin problemas.

Nuestro primer crucero colmó todas esas expectativas y tuvimos muy buena mar. Bueno, uno llega a pensar que el mar es siempre así, plano, con algún vaivén pero poco mas. Visitamos Olimpia, Santorini, Rodas, Atenas... Esto hizo que al año siguiente quisiéramos repetir pero menos días. Teníamos el mono... Ese mono también existe.

Había la posibilidad de ir 2 días desde Barcelona a Marsella pasando por Córcega y sin pensarlo mucho llamamos los amigos que habíamos hecho en el viaje anterior. Uno cuando sube a uno de estas grandes naves a veces se olvida de que es un barco y no se te pasa por la cabeza que aquello pueda moverse mucho. Craso error. Ya a la salida por la bocana del puerto de Barcelona aquello empezó a moverse de una forma notable. Yo desde ese día, siempre que veo el mapa del tiempo me fijo en el Golfo de León y siempre hay mar gruesa, marejada a fuerte marejada, o peor.

Pasamos a la cena y el camarero nos rogó que no pidiéramos sopa... (una bromita macabra que luego entenderíamos...) De repente la silla que estaba a mi lado se cayó de bruces y yo me acojoné bastante. Todos en el comedor estábamos bastante blancos, todos menos mi mujer que se había tomado la biodramina y creo que fue la única que comió aquella noche. Los demás, amarrados a la mesa para no caernos... (Ja-ja-ja. Ahora me río pero aquello no tenia ni P... gracia. Je-je. Que no poco, je-je-je.)

Luego alguien dijo que la zona donde menos se mueve el barco es hacia la mitad y cuanto mas abajo mejor. Nos juntamos entonces en una sala que ponían música y mira, el que mas o el que menos intentaba bailar... bueno, podías bailar sin moverte, solo era cuestión de no caerte. Yo me tiré en unos sillones, mareao perdio, mientras las olas pegaban con increible fuerza en las ventanas circulares. ¡Madre de Dios! La gente estaba allí con las almohadas de la cama y a eso de media noche el Capitán anunció que por seguridad para la embarcación y comodidad para el pasaje reducirían la velocidad y que por tanto no podríamos llegar a Ajaccio (Córcega) y que se buscaría un puerto alternativo en la costa francesa. Medio aliviados nos retiramos a los camarotes y a las dos ó tres horas aquello se calmó bastante y pudimos dormir unas horas. A la mañana siguiente subimos a cubierta y en las barandillas habían trozos de sal... y las olas habían arrancado trozos de persiana. O sea que alguna ola dijeron, siempre hay alguien en los viajes que sabe mucho... había sobrepasado el barco de 12 pisos de altura... En fin.

Este episodio, un tanto dantesco para las personas no acostumbrada a los avatares de la mar, no impidió que al cabo de unos años nos embarcáramos en otro crucero pero claro, si quieres precios bajos te tienes que conformar con barcos mas pequeños y en épocas de temporada baja. Diciembre. Frío y temporal. Es lo que tiene querer hacer cruceros con sueldos de pobre.

El Flamenco, un barco mucho mas pequeño, construido hace la pila de años, con unas hélices estabilizadoras que nada tienen que ver con los grandes trasatlánticos pero por contrapartida, unos precios muy asequibles. Era coquetón y la animación muy buena. Barcelona, Niza, Civitavecchia (Roma), Nápoles, Malta, Túnez... bueno, el clásico recorrido del mediterráneo occidental y otra vez el Golfo de León por en medio. 

Yo a la primera noche como ya me lo sabía me metí la biodramina y me metí en la cama. Bien, no fue como lo del otro año y pudimos dormir tranquilamente. El viaje fue muy correcto, todo muy bien. Imaginaros que la segunda noche yo ya era Mister Flamenco... ese concurso friki que te sacan a hacer el chorra y vas y en la última prueba lo bordas y te coronan, y a partir de ahí todo el barco te conoce... ya ves tú, por recitar el menú de la cena a lo gregoriano, que algunos en el barco llegaron a pensar que era cura... una cosa que ya me ha ocurrido en alguna ocasión, es verdad, en una boda que casi terminamos a ostias pero... pero esa, esa es otra historia.

Todo muy bien, Roma, Nápoles pero fue pasar por el estrecho de Mesina camino de Malta y un temporal... UN TEMPORAL DE MIEDO.

Aquello era como una coctelera que cabeceaba como un demonio. Cuando la cosa se puso fea yo me estiré en la cama, hice balance de mi vida y me dije, pues nene, ya esta bien y date por satisfecho y me dormí. (¡!) Mi mujer se ve que no podía dormir, un golpe de mar la tiró de la cama... se puso el chaleco salvavidas, fue a la recepción... un cristo de noche. Una noche inolvidable para todos. (Y aquí no me río...)

Y lo peor es que el Capitán para llegar a Malta no aminoró la marcha y lo pasamos fatal. Los pasillos estaban llenos de bolsitas para arrojar... Y yo durmiendo. En estos casos donde mejor se esta es en la cama. Para que os hagáis una idea había gente en Malta que quería volver en avión a la península... Un caos.

A uno le llega a la memoria aquellas imágenes del barco aquel que perdió el control de los motores estabilizadores cerca de Mallorca y que estuvo balanceándose durante horas como una coctelera. ¿Tú sabes lo que es que la misma silla te pegue en la cabeza durante horas? En Internet encontré una web donde un afectado colgó las fotos y era impresionantes. Todos con collarín, estirados en los pasillos unos contra otro para hacer piña. Esa gente seguro que no se sube en un barco en la vida.

Sea lo que sea la gente de mar dice que hay que tenerle mucho respeto a la mar. Que muchos creen que en un mar cerrado como el Mediterráneo nunca pasa nada... Por eso, que alguna mente iluminada proponga ir a Barcelona por mar, a parte de no tener gracia demuestra el nivel de alienación de nuestros políticos que diseñan grandes soluciones allá desde sus despachos sin conocer el mundo real y encima dicen que encabezan las protestas de los afectados... No hace falta majo. Que cada cual encabece su propia protesta. ¿ No os parece?

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