Rogelio Rivel

El TRIO RIVELS, Rene, Celito y Rogelio. Abajo, uno de sus últimos homenajes en Trapezi con Jordi Jané y Esteve Orriols en Vilanova i la Geltrú

El TRIO RIVELS, Rene, Celito y Rogelio. Abajo, uno de sus últimos homenajes en Trapezi con Jordi Jané y Esteve Orriols en Vilanova i la Geltrú

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No se si os he explicado alguna vez que tuve la gran suerte y el gran honor de ser alumno de Rogelio Rivel. Ahora que nos llega el buen tiempo y este calorcito tan benigno me viene a la memoria la figura de aquel ser tan entrañable y excepcional.

Roger Andreu Lasarre, Rogelio, nació en Roubaix, Alta Garona al norte de Fancia el 17 de diciembre de 1909. Fue el hermano menor, el sexto ( Josep, Nena, René, Polo y Marcel) de la saga Andreu-Rivels de referencia imprescindible en la historia universal del circo. Si bien la gran popularidad recae en el hermano mayor, Josep (Charlie Rivel), todos los hermanos y el trío formado por René –clown, blanco- Celito – augusto- y Rogelio –contraugusto musical- trabajaron con gran éxito en los principales circos de Europa y Asia durante décadas. Rogelio, a parte de excelente acróbata y payaso, tenía una aptitud musical innata. Tocaba saxofón, xilófono, violín, clarinete, acordeón, guitarra, mandolina y en el número que siempre recordaremos, con dos concertinas, una en cada mano, abriendo el fuelle por su peso y recogiéndolo logrando hacer dos voces al unísono. Rogelio siempre nos animó a tocar algún instrumento. También nos enseñó las entradas clásicas de payasos o números que les hicieron famosos como el “puentecito”. Nos aconsejaba. Nos enseñaba muchas cosas. Por que Rogelio era para todos nosotros un padre, un amigo, nuestro tutor y cuando actuábamos, nuestro fan número uno. Siempre se preocupaba por sus alumnos, no se contentaba con que mejoráramos en la acrobacia, también nos ayudaba en nuestras vidas, nos mimaba, pero también era crítico y a veces duro, como puede ser duro un abuelo que nos quiere mucho... porque nos quería un montón, a todos. Su corazón era tan grande que en él cabíamos todos.

Impartió clases de payaso, acrobacia, equilibrios y trapecio en la Peña Cultural Barcelonesa, luego en la Escuela de Actores de Barcelona y finalmente acrobacia en Danza Área. Muchas gracias Sonia. Yo le conocí allí. Las clases eran de dos horas y la verdad es que ver a Rogelio al mando del arnés de seguridad – la loncha como él le llamaba - era todo un espectáculo. Rogelio en esa época tenía ochenta años, estaba muy delgado, pesaba poco, y si algún acróbata erraba la caída o se venía de bruces a la colchoneta, Rogelio tiraba con tal fuerza que al hacer contrapeso salía disparado hacia el techo, para quedar finalmente, alumno y profesor, suspendidos en el aire. Mas de una vez lo tuvimos que bajar de la cuerda porque él prefería antes dar con la cabeza en el techo que permitir que te hicieras daño. Rogelio era todo un fenómeno de la naturaleza. Era pura energía. Su vida personal y artística es un modelo a seguir y en Catalunya ha formado técnicamente a la mayoría de los artistas circenses actuales.
Su continuidad y su memoria recaen en la Escuela de Circo de Nou Barris.

En una ocasión que le hicimos una entrevista para la “Repista” del Ateneu Popular de Nou Barris, decía que el primer recuerdo que tenia era desde la ventana de una caravana de circo, cuando montaba y desmontaban la carpa. Para él eso era “formidable”.

Rogelio vivió la época en que los artistas de circo aprendían todas las técnicas posibles en busca del artista completo. Hacían de todo, pocos saben que por ejemplo Charlie Rivel antes de ser ese payaso universal fue, entre otras cosas, un reputado trapecista. Rogelio nos contó, de la época de acróbata en la que estaban muy fuertes, una anécdota, decía que una vez que estaban actuando en la pista vio como algo se le venía encima y sin pensar lo “agarro”, Cual no fue su sorpresa que la tal “cosa esa” eran el músico baterista con la batería y todo. Lo agarró y lo dejó en el suelo y siguió con el número. Rogelio siempre nos contaba historias, viajes, chistes y estaba al día de los hechos cotidianos. Rebosaba inquietud, ilusión y mucha, mucha energía. Muchos creemos que de ahí radicaba su fuerza y por supuesto su gran longevidad.

Ha sido calificado como el puente o el eslabón que unía el circo clásico con las nuevas generaciones circenses. Premio Nacional de Circo en 1993.

Murió el 28 de septiembre del 2001, pronto será su quinto aniversario pero el legado que ha dejado en los corazones de todos los que le conocimos, nunca desaparecerá.

Seguro que allá arriba estarán él y la Elsa, Elsa Moreno, tocando el violín y las concertinas, montando algún número para los que van llegando. Me lo imagino rodeado de niños, contando sus historias, cogido a la loncha, sentado en su sillón de profesor dando las instrucciones oportunas, riendo y soñando, subrayando las cosas con su sempiterna frase que le define y lo define todo: “es formidable...”

Gracias Regelio por todo lo que nos has enseñado.



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