Olores de Fiesta

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Los recuerdos del Carnaval me vienen a la memoria sobre todo por el influjo de algunos olores. El olor a las barras de maquillaje. El olor a ropa vieja y a naftalina. Aquellas bolas blancas que mi madre le decía, antipolillas. El olor de febrero, el de mi cumpleaños y el del mes en el que vine a vivir a Vilanova. Siempre recordaré el día que me dieron las llaves de mi pequeño estudio, me senté en la terraza y dejé que todo aquel olor penetrara en lo mas hondo de mi.
El sol de invierno, siempre tan agradable, la suave brisa, la luz, la candidez de la estancia, vacía, pero llena de ilusiones, las ilusiones que retornan en Carnaval.

Hasta el olor del merengue que va descomponiéndose con el paso de las horas, se antoja incluso bello y agradable. El olor y gusto del merengue en las pastelerías. Un gusto que me traslada a los pasteles de merengue del pueblo de mis padres. De casas pintadas de cal y aquel espejo empotrado en el baño. Del pueblo en los atardeceres con el olor de azahar bajo el porche de la casa.

Todos los olores nos transportan a otras épocas, reinventadas o no pero, a otros tiempos, viejos, pasados y entrañables. Siempre los recordamos, creo, mejor de lo que fueron pero no por ello los vas a dejar de querer. Los quieres, supongo, como se quiere a un hijo que ya no tiene remedio...

De Vilanova hay quien dice que todas las fiestas que se organizan, cualesquiera, al final siempre tienen que pasar los de la brigada de la limpieza.

Zurullos auténticos en “els tres tombs”. Y del olor, aquí mejor ni hablamos. La ruta de la merengada y las Comparsas son sin duda las estrellas de la limpieza posterior.

El Ball de Diables con sus carretillas por doquier. Aquel olor a pólvora que nos recrea los meses de verano de fiestas mayores, sudor y terrazas por la noche en la playa.

En el “Arrivo”, venga confeti. El “Moixó Foguer” todo lleno plumas, etcétera, etcétera. Supongo que para divertirse siempre hay que estar dispuesto a dar algo. Música, risas y caramelos. Y lo tremendo es que cuando uno se acostumbra a algo bueno luego, no puede conformarse con medias tintas.

Si eres de los que salen habitualmente en las Comparsas, intenta no salir un año... Ya verás. Cuando escuches las primeras notas del “turuta” sentirás una gran añoranza y te recomiendo que salgas inmediatamente de la ciudad bien lejos porque con las primeras parejas que veas danzar cogidos del brazo, las lágrimas se convertirán en un río de tristeza y te preguntaras amargado, cual fue la estúpida causa por la que no pudiste salir este año en las Comparsas de Carnaval.


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