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Placer o miedo a base de fiesta, vino y sangre

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Es precisamente en aquellos temas o asuntos con los que nos sentimos reactivos en los que tenemos mayor espacio para crecer. Tal vez porque chocan con las creencias que sobre ellos tenemos o tan solo porque intuimos que nos falta algún tipo de información que de solidez a los argumentos a los que recurrimos tanto para combatirlos como para agasajarlos. En cualquier caso, poniendo en práctica alguna manera de apología que servirá para alinearnos a favor o en contra de tal o cual cuestión.

Posicionarse es una consecuencia lógica del aprendizaje. Es la parada en la siguiente estación de la curiosidad humana, tras haberse sentido llamado ante los comportamientos de otros que guardan algún parecido contigo y que a la vez te demuestran enormes diferencias. Las gotas iguales son mera apariencia. Cuando buscas, rebuscas y vuelves a buscar aparece algún matiz que termina por dar personalidad facilitando el encuentro con tu perspicacia y a través de ella con tu crecimiento como persona. La disidencia contemplada, asumida y practicada hacia la rica y poderosa sabiduría.

Esta y no otra razón justifica la riqueza del viaje que he emprendido esta semana hacia las ricas tierras navarras y su capital Pamplona. La internacionalización de los Sanfermines no es una noticia reciente. Pero si es un encuadre en el que quiero encajar conceptos como la fiesta, el toro, el vino, la sangre o el placer. El objeto no es justificar, es solo comprender como unas cosas pueden llevar a otras a pesar de lo distintas que ya sabemos que son dos gotas de agua en apariencia iguales.

La masificación es un factor agotador. Es una forma de exceso que a pesar de sus desventajas es capaz de llevarnos a pensar que si muchos eligen estar ahí a la vez tiene que ser porque en ello hay algo que como mínimo va de lo bueno a lo muy bueno. El encierro es el eje que mueve a la fiesta. Más allá de elegir correrlo o no, el morbo adrenalínico que representa la cercanía al peligro nos convierte en moscas acercándonos a la miel. Un novato es un medio suicida que no toma medida de sus actos. Yo que empiezo a pensar las cosas dos veces antes de hacerlas, solo buscaba un buen punto de visión del riesgo ajeno durante las carreras. Conseguirlo es colocarte en el lugar y defenderlo en la media noche anterior del encierro elegido. Empiezo a entender el buen funcionamiento comercial de los balcones de Estafeta a 140 euros por cabeza. El sentido práctico de la elección justifica el precio y la inversión en salud y descanso.

Cada cual a su manera se esconde un poco en medio de la multitud ignorante de una gran verdad. Están obviando que mientras teclean sus móviles están siendo observados y vigilados por la información que ellos mismos ponen en circulación. El olvido se convierte en condición indispensable para poner en práctica todo aquello que sería reprochable y perseguible en sus convencionales vidas fuera del momento pamplonés. De ahí parten muchos principios que organizan manadas de todo tipo que lejos de haber desaparecido sigues intuyendo a tu alrededor.

Aún así, el torrente continúa su previsible marcha descendente. El vino barato y la sangría de tetra brick sustituyen a la dieta mediterránea y al agua de la ducha. Parece obligatorio el lastimar el propio cuerpo para dejar de sentir la lógica cotidiana y vivir una cierta experiencia animal despojada de la coherencia del día a día.

Blanco pureza que termina sucio impío, mezclado con el rojo de la sangre fresca que inevitable se convertirá en negro muerte. Este factor, el de la muerte se constituye en obligatorio para el animal y elemento de riesgo para los humanos. Una simple ecuación derivable al placer.

La capacidad para decorar los actos nos lleva a llamar feria del toro a la más pura reconstrucción de los circos romanos en los que la distracción de la sangre ajena consolidaba el poder de aquellos que ofrecían el opio del divertimento al populacho ávido de emociones. Asistí a la corrida de la tarde en la que la testosterona del matador generaba un aterrador cóctel de aromas con los fluidos del animal, sus quejidos, el vino derramado, los guisos y la comida del tendido amalgamada con el sudor del público en su mayoría tocado por el alcohol. Un ejercicio duro para los estómagos no acostumbrados a semejante desembolso de locura.

No lo compartía antes de entrar y ahora al salir, tengo mi opinión mucho más cimentada. Cada cual se alimenta o se droga con lo que tiene a su alcance. Sus problemas y malestares comienzan cuando reconocen que existen otras realidades y descubren que ellas son incluso mucho más poderosas que las suyas propias en gran parte, tal vez heredadas. Ahí empiezan a aprender, comienzan a cambiar y se intuyen un poco más sabios. Los hay de todos los colores, quienes lo intentan, los que lo consiguen y los que lo rechazan. De ahí que tengamos quién elige comer para vivir o vivir para ser comido.

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