Procés

Primavera catalana

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Las estaciones del año llegan y se van. Con ellas, se activan formas de hacer y sentir que van más allá de las voluntades del elegir una cosa u otra. Son muchas emociones, algunas forman parte de esos dichos populares que cuentan mucho diciendo poco. Cosas que la sangre altera desde lo inexplicable que resulta el comportamiento hormonal expuesto al polen y la floración vegetal. Un subidón en el parque de atracciones de la explosión del color que representa el renacer de la vida. Todo hasta aquí científicamente explicable, incluso en lo que a las fechas se refiere. La llegada en un 20 de marzo, con su partida el 21 de junio. Todo tan normal, tan previsible, tan experimentado con éxito sobretodo por el Corte Inglés. Llega ahora y en la hora de nuevos acontecimientos que de tan viejos que son, nadie en el lugar habría creído posible que se hicieran realidad en nuestra relativa y acomodada vida de clases medias.

Yo que me crié bajo los valores de las Castillas rurales castigadas por el olvido, lo hice con la fortuna y el reto de la inmigración interior que empujó a millones de personas en la búsqueda de nuevas oportunidades que representaran un futuro para aquellos que no tenían mejor opción. Algo que partió de la tristeza y el desarraigo, se convirtió en la oportunidad para convertirme en parte de un país distinto. Un lugar modelo de acogida, integración, raíces, progreso y fusión de culturas. Esto no es una opinión. No lo puede ser aquello que el tiempo y la historia demuestra empíricamente. Esto es la Catalunya en la que vivo. Idéntica en el concepto mucho antes de que mis padres, primos y demás emprendedores de mi familia eligieran esta tierra como punto de partida de sus presentes y objetivo de sus futuros. Era lo que es, siendo su cambio una mera adaptación a las realidades evolutivas de la propia vida que demandan solo que aquello que se ponga en práctica represente algo mejor a lo anterior. Este país es así, lo conforma una extraordinaria capacidad para poner en tela de juicio todo y así mejorar. Sencillo, práctico, útil y por lo tanto modelo para todos aquellos que evolucionan sumando.

Las sonrisas, que son elementos claves de la felicidad se identifican con la sal de la mejor receta. Están ahí para darle a la experiencia un poquito de “rock and roll”. Soy muy consciente de la dificultad que para muchos representa practicarlo. Por eso aspirar a la felicidad en cualquiera de sus formas tiene a la sonrisa como un elemento clave para el logro, sea cual sea el objetivo. ¿Qué sucede cuando te roban la sonrisa? Es una pregunta que me pone triste. Es que eso suena en las calles como si el cielo se tornara negro de golpe apagando el día. La oscuridad invasora del odio y la envidia tiene vocación de eclipse. Sin luz, no se visualizan las experiencias ajenas. Sin ella, la empatía se funde como un trozo de hielo en medio del desierto hasta la evaporación. No queda nada, no hay posibilidad de imitación de algún valor que nos acerque a la mejora. La palabra lejos adquiere una nueva dimensión (casi estelar) mientras construye una frontera invisible que se hace visible por momentos.

La primavera catalana es un alud que se sujeta por un hilo tan inestable como la voluntad del violento por convertir en sufrimiento la vida de aquel que desprecia. Ya no podemos aspirar a creer que Marian está al otro lado de la luz, porque a ese lado solo queda el rencor oscuro de los herederos de Torquemada. Conocen anticipadamente el final. La única variable por aplicar es si se hará rápido o lento. Logrando el morboso placer de infligir alguna forma adicional y sibilina de dolor para advertir a quién ose osar.

Las sonrisas se terminan y dan paso a otras cosas que serán de todo menos agradables. Poner la otra mejilla dice mucho de quién aspira a hacerlo con serenidad. Ahora bien, la realidad cruel termina por imponerse mostrando que la vocación de victoria exige emplear métodos alternativos que no son del gusto de nadie civilizado. Los seres humanos estamos todavía muy lejos de esa soñada perfección. No es malo aspirar a ella mientras seamos realistas sobre las situaciones que nos envuelven para aplicar con coherencia lo que este escenario demanda. Recordar que la estabilidad del vaso depende de una sola gota. Cuando llega, el vaso se desborda y la contención desaparece.

Esa gota se llama: Forn, Sánchez, Cuixart, Puigdemont, Rull, Turrull, Romeva, Ponsatí, Bassa, Forcadell, Junqueras, Comín y Rovira. Nada ya puede ser igual por que todo está cambiando a peor mientras el resto del mundo se mira el ombligo. Todo tan previsible como la llegada de otra primavera muy distinta a la de las flores.

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